El coloquio de las perras
«El boom latinoamericano fue totalmente machista», aseguró la escritora chilena Alejandra Costamagna en una entrevista. No nos costará darle la razón a la autora si nos paramos a pensar en el desconocimiento profundo que tenemos de la literatura latinoamericana escrita por mujeres y producida durante todo el siglo XX. Tampoco sería descabellado decir que ese machismo es el que ha impregnado el mundo editorial español durante décadas, y que es solo ahora cuando por n empezamos a leer, desprendiéndonos de prejuicios, a las autoras olvidadas de la Generación del 27 y posteriores. Recuperando el título de un pequeño cuento con el que la puertorriqueña Rosario Ferré analizó la misoginia literaria en los años 90, El coloquio de las perras pretende ser un homenaje a las escritoras hispanohablantes que sortearon todo tipo de obstáculos para hacer su literatura. Desde populares guras como Elena Garro, Gabriela Mistral o Alejandra Pizarnik hasta otras más desconocidas como Alcira Soust Scaffo, Agustina González López o María Emilia Cornejo, la periodista y poeta Luna Miguel entabla una conversación llena de ladridos con una decena de mujeres, con la voluntad de que sus obras sean leídas y reivindicadas, y tal vez con la esperanza de que la egoísta y peligrosa raza del «escritor macho» quede de una vez por todas extinguida.
Hace algunos años, cuando aún no era ni mínimamente conocida en Latinoamérica, Luna y otros poetas de Perú, Colombia y México crearon un grupo en FB que se llamó “Los perros románticos”. Algunxs Poetas que participaban en el grupo diferían con Luna por ser una de esas figuras divas producto del marketing editorial. Ellas fueron expulsadas o más bien enemistadas con la gente del grupo. A quienes le siguieron el hilo a Luna, ella les hizo “el favor” de publicar poemas en Playground, trabajo por el que obviamente recibía una remuneración. En parte gracias a ese grupo Luna se hizo más conocida en México, e incluso la trajeron aquí, donde se conoció con algunos de sus integrantes. Lo que me parece muy hipócrita de su parte es que en gran medida a quienes ella hundió en aquel momento por diferir, eran poetas, mujeres, como esas que dice reivindicar en este ensayo. Después de ese episodio nunca más volví a leerla porque se confirmaba que había mucho de arribismo en su acercamiento, a esos y especialmente a esas poetas, que se juntaron con un genuino interés poético y que Luna aprovecho mientras le convino y luego desechó y esos actos no pueden jamás venir de un buen escritor con mínimo sentido de la humanidad y de la justicia como lo que dice la autora defender en este ensayo y en su presencia en medios. Totalmente no.
Hola María F, he leído tu comentario y quería preguntarte por autoras que no sean muy conocidas en España o por nombres que sumarías a las ya mencionadas en el ensayo. Gracias.
Antes de comenzar con esta crítica quisiera aclarar, que soy feminista y latinoamericana y que cuando se escriben críticas, no necesariamente odiamos, sino que tenemos otro punto de vista. Dicho esto, vamos allí: cuando las europeas echan una mirada al tercer mundo sea para “apoyar” movimientos feministas, o como es el caso, para dar visibilidad a escritoras mujeres que ellas no conocen, no deja de ser una mirada de arriba hacia abajo. Una vez más Luna Miguel se muestra como una autora de tendencias: primero la enfermedad, luego el veganismo, luego el feminismo, luego feminismo no blanco. No digo esto con odio o mucho menos, también soy autora, y respeto hacia el esfuerzo de Luna por escribir esto digo y les digo a las feministas europeas que no nos deben “ceder” espacios, con esa condescendencia y aprobación, tan propia del patriarca y peor, del patriarca blanco. Las mujeres latinoamericanas hemos escrito mucho sobre nosotras mismas y podemos darnos a conocer solas. No por escribir de forma tendenciosa sobre temas políticos necesariamente hacemos política. Este tipo de debates no aportan, sino que circunscriben nuestros movimientos a la tendencia. Asumir que desconocemos por ejemplo el trabajo de Soust Scaffo es terrible. Y las autoras que nombra Luna en este ensayo las conocemos en América Latina, claro no con toda la visibilidad de las obras masculinas, pero las conocemos y hay muchas colegas que las han trabajado. Creo humildemente que hubiese bastado con hacer debates con investigadoras latinoamericanas, pero claro, Luna es muy visible y europea.