El final de la negritud
¿Es el racismo norteamericano un mal incurable? ¿Hasta qué punto el concepto de «negritud» ha tenido como consecuencia obsesionar a la comunidad afroestadounidense con la América blanca, o ha sido utilizado por esta para sublimar su desprecio hacia la América negra? ¿Cómo se sostiene un movimiento frente al éxito de su propia agenda política? He aquí algunos de los interrogantes que la controvertida ensayista se formula en El final de la negritud con una franqueza desprovista de retórica, pero nunca de humor. Poniendo de relieve una inteligencia política de primer orden, critica la idea de «raza» como una construcción en quiebra, cuyos viejos mitos e insidiosos prejuicios perduran por igual entre la ciudadanía blanca y lo que Dickerson denomina «politburó negro». Saludado por la crítica como «estimulante», «provocativo», «descarado», «valiente», «independiente», «iluminador», este relato conciso y directo de los prolongados efectos de la esclavitud fustiga a quienes se niegan a aceptar la diversidad de opiniones, sean blancos o negros, plantea un nuevo compromiso entre el individualismo responsable y el bienestar colectivo, e invita reiteradamente a los afroamericanos a mirar en el interior de sí mismos.
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