El silencio
Pamplona, 1936: la insurrección golpista en nombre del patriotismo y la imposición del silencio en nombre de la moral. Justo enfrente del lugar desde el que el general Mola ordena golpear sin piedad a los leales a la República, una de las tres mujeres que protagonizan El silencio es condenada a tener a su hijo en la reclusión de un convento vecino. Allí comienza otra guerra soterrada, pero no menos cruel: la de una madre soltera por mantener a su hijo junto a ella.
Uno de los episodios más sórdidos de la dictadura franquista consistió en arrebatar a sus madres, en razón de sus ideas, su estado civil o su condición social, a miles y miles de niños. La moral nacionalcatólica impuesta por los vencedores otorgaba la patria potestad de esos niños robados al Estado.
Años después, en Montevideo, otra generación, hija del exilio republicano español, ve repetirse como en un espejo deformante los desastres del golpe militar y las miserias morales de la dictadura militar. De nuevo el horror, las desapariciones, los niños robados y el destierro, en esta ocasión hacia Europa.
Desde París, en época reciente, una tercera protagonista, hija del exilio latinoamericano, emprende un viaje hacia los orígenes familiares de su abuela para desvelar lo que el silencio ocultaba: el doble precio que han pagado las mujeres de las generaciones que le precedieron por sostener su dignidad en las luchas del periodo histórico que les ha tocado vivir.
El silencio, novela de María Urruzola publicada por primera vez en Uruguay (Editorial Planeta, 2015), ve finalmente la luz en la tierra originaria de sus protagonistas.
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