Etnografai terrona de sujetos
Abrir una puerta y quedarse en el umbral. Este es el gesto que hace Ramsa, una emigrante de origen musulmán que vive en Italia y está enamorada de una mujer, que participa en esta etnografía. Abre la puerta como transgresión, como posibilidad de vislumbrar a la vez todos los mundos a los que pertenece, unos mundos aparentemente irreconciliables. Leer esta etnografía te abre una puerta y te coloca ahí, en el umbral, con Ramsa, con la antropóloga y con todas las personas que pueblan este texto. No hay marcha atrás. Tú tienes que decidir qué hacer, si corres el riesgo de cruzar el umbral o permaneces ahí, como un/a testigo de mundos que son recorridos e interpretados de formas que antes no habías imaginado. También puedes dar marcha atrás. Pero tu idea de la antropología, tu visión de los movimientos sociales, la forma de entender las relaciones y conexiones sociales y culturales ya habrá cambiado. Términos como feminismo, genealogía, autoetnografía, cuerpo, racismo u homofobia habrán adquirido nuevos tintes, nuevos significados. Ya no serán los mismos. Para ello la antropóloga busca y rebusca en la teoría feminista, conecta propuestas no siempre fáciles de articular (la teoría postcolonial, la teoría queer, el feminismo italiano de la diferencia), desempolva y resignifica nociones, como la de los sujetos excéntricos o la de la crisis de la presencia. [ ] La autora llega también más hondo en lo que se refiere al estudio antropológico de los cuerpos que habitan su investigación. Cuerpos sexuados que se van modificando al tiempo de las prácticas. Los dildos, la prótesis auditiva, las hormonas sexuales, la cámara, forman parte de los itinerarios corporales lo mismo que los ojos, la espalda, el clítoris, los pechos, el vientre, los pies, las orejas, la sangre, la hipófsis, el útero, los espíritus o la trompa.
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