La República universal
«Qué nos ofrece la obra de Cloots? –se pregunta el traductor y autor del epílogo, el profesor Francisco Javier Espinosa–. En un mundo en el que se ha aceptado casi como dogma de fe la necesidad de mantener los derechos políticos de las comunidades nacionales, Cloots hace más de dos siglos puso este derecho en tela de juicio, pues creía que debían desaparecer todas las naciones y se debería crear una sola República de individuos en el mundo. Afirmaba que el nacionalismo era la peor de las lacras existentes, que imposibilitaba la paz y el desarrollo de los derechos humanos.» «No hay otro soberano que el género humano», decía Cloots.
«Pero ahora, federados a lo largo de una sola quilla, ¡qué grupo eran esos “aislados”! Una representación, a lo Anacharsis Cloots, de todas las islas del mar y los confines de la tierra, acompañando al viejo Ahab a presentar las querellas del mundo ante ese tribunal del cual no volverían jamás muchos de ellos» (Herman Melville, Moby Dick).
«Enjolras llevaba en sí la plenitud de la revolución; no obstante, era incompleto, tan incompleto como puede ser lo absoluto; se parecía demasiado a Saint-Just y no lo suficiente a Anacharsis Cloots [...]; había acabado por aceptar, como evolución definitiva y magnífica, que la gran república francesa se transformara en una inmensa república humana» (Victor Hugo, Los Miserables).
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