Lloviendo bombas
Sobre Ucrania se han dicho y se dicen muchas cosas; pero son muchas más las que se callan. Arrollados por la avalancha con la que los medios generalistas han «cubierto» –en el verdadero sentido de la palabra– la operación especial de Moscú, podríamos tener la impresión de que antes del 24 de febrero de 2022 Ucrania ni existía. Como tampoco parecía existir Donbass. Sin embargo, los hechos dicen lo contrario y nos siguen recordando que existe una masiva insurgencia neonazi ucraniana, que el 2 de mayo de 20214 se produjo la masacre en la Casa de los Sindicantos de Odessa y que los muertos de las Repúblicas Populares en los largos años de bombardeos ordenados por el gobierno de Kiev suman ya catorce mil. Entre los testigos de este conflicto está David Cacchione quien, junto a la Caravana Antifascista, nunca ha dejado de denunciar lo que estaba sucediendo a pocas horas en avión de Roma ante la indiferencia generalizada. Ahora, con Lloviendo bombas, ha regresado a Donbass para dar voz a una realidad que va en obstinada dirección contraria al clima imperante de rusofobia. Un testimonio valiosísimo contra la hipocresía con la que la Unión Europea y la OTAN continúan sirviendo a los intereses económicos y políticos del imperialismo estadounidense, a costa de arrastrar al mundo entero a un nuevo conflicto mundial.
«De un día para otro, a partir del 24 de febrero, los medios de comunicación empezaron a defender la tesis de una Rusia gobernada por un loco que, así sin más y sin motivo alguno, había decidido invadir Ucrania. Pero los principales medios de información olvidaron señalar que el estado ucraniano lleva desde 2014 bombardeando a la población civil de Donbass: atrocidades que, hasta 2022, han costado la vida a catorce mil personas, de las cuales al menos trescientos eran niños.»
«A todos aquellos que disfrutan ignorando la realidad, a todos aquellos que creen que desnazificar es un verbo abstracto les recuerdo que a tres horas de Roma, en el campo de batalla, ondea aún la cruz gamada. La hemos visto en vídeos y fotos, izada en las trincheras del ejército ucraniano. Miles de hombres llevan la esvástica tatuada en la piel. Muchos de ellos incluso llegarán a nuestras ciudades, disfrazados de pacíficos refugiados…»
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