Mamá desobediente Una mirada feminista a la maternidad

¿Qué implicaciones tiene ser madre, parir y dar de mamar? Las mujeres nos enfrentamos a una doble presión, la de ser mamás, como dicta el mantra patriarcal, y al mismo tiempo triunfar o sobrevivir como podamos en el mercado de trabajo: un ejercicio casi imposible de malabarismos cotidianos. A lo largo de la historia, la maternidad ha sido utilizada como instrumento de control y supeditación de las mujeres. Pero, una vez conquistado el derecho a no ser madres, tenemos pendiente reapropiarnos de la experiencia materna, sin renuncias ni idealizaciones. Ya desde el embarazo y el parto, ¿dónde queda nuestra capacidad de elección? «Nosotras parimos, nosotras decidimos» dice la consigna feminista, pero la realidad no es así, demasiados partos son vividos de forma traumática. La violencia obstétrica es la última frontera de la violencia de género. El parto respetado, para toda madre y bebé, no es aún un derecho garantizado. ¿Y la lactancia materna? Tras décadas de cultura del biberón, son muchos los prejuicios acumulados contra la teta. Existe un desfase importante entre el discurso institucional prolactancia y los recursos para llevarla a cabo. A pesar de las apariencias, nuestra sociedad es enemiga de la lactancia materna. Dar de mamar es un acto de resistencia. Ya va siendo hora de que reivindiquemos la maternidad como una tarea imprescindible y común, y rompamos el silencio acerca del embarazo, el parto, la pérdida gestacional, la lactancia y el cuidado. Al nuevo feminismo emergente le corresponde pensar otra maternidad.