Medicina sagrada Un viaje por la historia y las tradiciones de las plantas maestras y las sustancias psicodélicas
Es martes por la tarde, acabas de salir del trabajo y entras en el edificio de la Clínica Psicodélica. La recepcionista confirma la hora de tu cita y te propone que pases a una salita aledaña bañada por la luz de un gran ventanal. Llega el terapeuta —gafas de pasta, camiseta de The Who, vaqueros slim—, tenéis una pequeña charla cordial, no muy distinta a la de otras semanas, y te ofrece un vaso de agua y una cápsula con 150 mg de MDMA. Comienza la sesión.
¿Absurdo? En 2018, la terapia asistida con MDMA fue aprobada en fase experimental por el Gobierno de Estados Unidos para el tratamiento del trastorno de estrés postraumático (TEPT). Se espera que en 2021 se incluya como terapia general autorizada, y que este proceso se desarrolle igualmente con otras sustancias como el LSD o los hongos psilocibios. Al mismo tiempo, cada vez son más los países que han legalizado el uso terapéutico y recreativo del cannabis, así como se multiplican los grupos y organizaciones que ofrecen diversos modelos de terapias asociadas al consumo asistido de ayahuasca, peyote, san pedro, mad honey…
Tras décadas de injustificada estigmatización, las «plantas maestras» y las sustancias psicodélicas —que han formado parte del acervo cultural de todas las comunidades humanas desde tiempos inmemoriales— comienzan a ser aceptadas en el contexto de nuestra sociedad. Parece que estamos empezando a escuchar lo que las culturas tradicionales nos han dicho durante siglos: los psicodélicos y otras sustancias visionarias tienen propiedades curativas y transformadoras, útiles tanto para el tratamiento de diversas enfermedades mentales (ansiedad, depresión, TEPT…), como para el progreso en un camino de desarrollo personal y espiritual.
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