Odio la resiliencia
Resiliencia: una palabra de uso corriente en los discursos de la política desde que en 2013 Obama la lanzara en el Foro de Davos. Los principales líderes políticos de Occidente la adoptaron inmediatamente y la han promovido con insistencia.
Pero, ¿qué es la resiliencia? Para los legos, su significado es equivalente al de “resistencia”. Pero no es así. Podemos leer en un diccionario que “resiliente” es aquel que manifiesta la “capacidad de re- surgir de experiencias difíciles, adversidades, traumas, tragedias, amenazas, manteniendo una actitud positiva al afrontar la existencia”. En la práctica, es el que sufre y supera la desgracia y que, frente a la injusticia, en lugar de rebelarse prosigue su camino adaptándose e ignorando la existencia de las cadenas que lo tienen sometido.
Es decir, El homo resiliens ha aceptado ser sumiso en lugar de revolucionario, adaptable en lugar de contestatario. Ha optado por hablar el idioma de su enemigo de clase, creyendo en el progreso y sobre todo asumiendo mansamente el comportamiento que los amos siempre han soñado de los esclavos. ¿No es acaso el sueño inconfesable de todo amo gobernar esclavos dóciles y sumisos, en una palabra, resilientes?
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