Carta (ficticia) del presidente del Citibank a Jose Mari Esparza
Carta (ficticia) que recibí el 5 de septiembre de este 2015, con motivo de mi participación en el homenaje que el pueblo de Cascante iba a tributar por primera vez a su paisano Lucio Urtubia.
Míster Jose Mari Esparza Zabalegi
Editor de la Editorial Txalaparta
Nafarroa. Basque Country
Muy señor mío. Por nuestros sistemas de investigación de nuestra entidad nos ha llegado la desagradable noticia de que va usted a participar en el homenaje que el pueblo de Cascante hará al famoso delincuente Míster Lucio Urtubia.
Nos resulta increíble que una persona de su reputación pueda prestarse a un acto descarado de apología del delito, cual es el homenajear a un hombre que encarna en sí mismo toda gama de fechorías: transgresión de la ley; traición a la Patria; asaltos a banda armada; falsificación de moneda y documentos; ataques a la propiedad; extorsión a honradas entidades bancarias; apoyo a grupos subversivos, chantaje a nuestros directivos y escamoteo de la justicia.
Debería saber usted que ese personaje es un bandido contumaz: desde niño ya apuntaba maneras, guardando muy poco respeto a las gentes respetables y a las autoridades de su pueblo natal. Continuó su carrera delictiva en el servicio militar, sustrayendo materiales del Ejército de su Patria y continuó trasgrediendo la ley en las redes del contrabando vasco.
Seguido de cerca por la policía, huyó a París, donde pronto comenzaron a detectarlo las fuerzas del orden, en ambientes anarquistas y alternando con peligrosos terroristas, como Quico Sabaté, con el que inició una carrera de atracos a entidades bancarias, para conseguir fondos con los que sostenían a grupos subversivos de todo el mundo.
Para socapar sus delitos ejercía disimuladamente de albañil e incluso levantó empresas de construcción e imprentas de aparente legalidad, que en el fondo eran la coartada para sus verdaderas actividades vocacionales, que no eran otras que la extensión de la anarquía y la revolución, la abolición del orden legalmente constituido; el fin de los Ejércitos y de las Iglesias; la excarcelación de los delincuentes; el derrumbe de los Estados y sobre todo, la extorsión al sistema financiero que rige en todo el mundo.
A tal fin, (debería usted saberlo puesto que es su editor) consiguió la falsificación de miles de Travels Cheques con los que inundó el mercado mundial, poniendo en serio peligro la estabilidad tanto de nuestro banco como de todo el sistema monetario internacional.
Atrapado al fin, como lo son todos los delincuentes, tuvo además la osadía de condicionar su libertad a la entrega de sus planchas, amén de una nueva, e importante, extorsión a la que fuimos sometidos.
Puesto en libertad, creíamos que con los años se le irían atemperando esas obsesiones transgresoras, e incluso se arrepentiría de todos sus pecados. Lejos de ello, tenemos noticia que sigue orgulloso y altivo, empecinado en el error, difamando a nuestra entidad, haciendo apología de sus delitos e incitando a las nuevas generaciones a imitar sus fechorías, además de seguir apoyando a grupos terroristas, a los presos, (incluso a los vascos), a ecologistas violentos, a grupos ilegales, y a plataformas contra los desahucios que no quieren devolvernos los préstamos que les hicimos.
Es evidente que Míster Lucio Urtubia debería estar todavía en la cárcel. Estamos muy arrepentidos de haber negociado con él su libertad a cambio de sus planchas, porque los robos pueden ser reparados o evitados, pero no así la semilla subversiva, que él va extendiendo en los corazones de los que inocentemente le escuchan. En esas provincias vasconavarras, de por sí tan inquietas, pueden surgir diez, cien, miles de Lucios Urtubias que pueden ser seducidos y tentados a imitar su malvada biografía, engañados por su épica novelesca, su pícara sonrisa, sus canciones revolucionarias, su trato afable, su discurso humanista, su simpática familia, su boina vasca, su bastón de abuelo bonachón, sus discursos de fantasías igualitarias.
Le advierto, Míster Esparza, que tenemos todos los medios legales a nuestro alcance para sofrenar esas quimeras y le agradecería que advirtiese a todo el pueblo de Cascante del peligro que corren aplaudiendo y homenajeando a ese malhechor, en lugar de expulsarlo de la localidad, o mejor aún, entregarlo a la Benemérita. Quedan ustedes avisados.
Dios Salve América.
5 de septiembre de 2015
Míster John Murray
President of Citibank
Manhattan, New York
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