Fermí Rubiralta: «Más que a un tsunami, el actual estallido del independentismo responde a la erupción de un volcán en estado de latencia»

Afirmas en la introducción del libro que el movimiento independentista catalán actual no solo ha sido “la movilización popular más importante en el Estado español desde los tiempos de la Segunda República, sino, posiblemente también, la revuelta política más destacada en Europa Occidental desde Mayo de 1968”. ¿En qué basas esta afirmación?

En primer lugar, en el número de personas implicadas, más de dos millones, por ejemplo, durante 1 de octubre de 2017, movilizadas de manera continuada desde el año 2010. Pero, especialmente, por haber removido los cimientos no solo del sistema político impuesto tras la muerte de Franco –ahí está por ejemplo la abdicación de Juan Carlos I–, sino incluso todas las estructuras de un Estado, utilizando para ello un nuevo paradigma político en plena posmodernidad: la urna como símbolo de reivindicación democrática. Lo que empezó como una reivindicación independentista se ha convertido en un movimiento de defensa de las libertades democráticas que ha desenmascarado el verdadero rostro autoritario del Estado español.

Sitúas el origen del independentismo político catalán a principios del siglo XX y trazas después las distintas fases por las que va transitando: una pre-política, separatista, independentista, soberanista... ¿Podemos hablar de un único movimiento político? ¿O son varios?

Básicamente se trata de un único movimiento independentista catalán, lógicamente con sus diversos matices a lo largo del tiempo. Al igual que el catalanismo en general, del que apenas se ha distinguido por un juego de estrategias diferenciadas, el independentismo catalán se ha visto obligado a adaptarse a cada una de las etapas de cambio económico, social, cultural y, por ende, político, que ha ido atravesando la sociedad catalana desde finales del siglo XIX.

De hecho, el libro explica cómo, más que un tsunami, el actual estallido del independentismo en Catalunya responde a la erupción de un volcán en estado de latencia. Después de muchos lustros de intentar construir un proyecto político peninsular que permitiera el encaje político diferenciado de Catalunya en las estructuras del Estado, la sociedad catalana ha llegado a la conclusión de la imposibilidad de este encaje, confluyendo de esta manera con un movimiento independentista que desde hacía tiempo venía advirtiendo ya, aunque sin demasiado éxito, esta imposibilidad.

Por lo tanto, ¿hay un progreso histórico, una evolución?

El catalanismo, como todos los movimientos nacionalistas, es la canalización política de la aspiración a mantener y reproducir una identidad nacional diferenciada. A falta de un instrumento fundamental para este objetivo, como es el Estado, se ha visto obligado, normalmente en circunstancias muy adversas (dos dictaduras militares que se alargaron durante medio siglo, cuando no una legislación especial en su contra), a adaptarse a cada momento. En este proceso ha jugado un papel decisivo la sociedad civil catalana, que ha sido capaz de generar respuestas organizativas que han hecho posible, a pesar de las enormes dificultades, el mantenimiento a través de los años de una conciencia diferenciada como nación.

Históricamente, ¿cuáles son los aspectos más destacados del independentismo?

Si bien hasta las dos o tres últimas décadas se trata globalmente de un movimiento débil, salvo en determinadas coyunturas, y de escasa penetración social, ha sido capaz de sobrevivir a las difíciles circunstancias represivas que históricamente ha padecido. Sin embargo, hasta hace solo un par de décadas fue incapaz de superar una estrategia casi únicamente dirigida a propiciar la separación -separatismo-, sin profundizar apenas en un planteamiento más instrumental que pusiera sobre la mesa la necesidad y las ventajas de una alternativa independentista.

Nacido en l'Hospitalet de Llobregat, pero vasco de adopción (que habla el euskera con total fluidez), o, como afirma Jon Iñarritu en el prólogo, “historiador y vasco-catalán”, has querido aprovechar la narración de la historia del país que te vio nacer para ampliar el foco de estudio y, aplicando la historia comparada, explicarnos las similitudes y diferencias entre los independentismos catalán y vasco (y también el gallego). ¿Las fases ascendentes o de mayor esplendor de uno coinciden en el tiempo con el declive del otro?

Es cierto que el catalanismo y el abertzalismo, en función cada uno de su configuración particular, se han adaptado mejor o peor a cada contexto histórico. De hecho, las características que históricamente han prevalecido en el catalanismo (su talante inclusivo, abierto, de adscripción voluntaria, etc.) le están favoreciendo en las coordenadas que dibuja una realidad “líquida” como la actual. El abertzalismo, por la influencia todavía de sus orígenes sabinianos, se mostró mucho mejor adaptado a circunstancias pasadas. Pero, actualmente, una vez concluya definitivamente su proceso de adaptación a la nueva situación económica, política, cultural y social abierta a partir del nuevo milenio, emprenderá –ha empezado a emprender de hecho– el camino que le conducirá más pronto que tarde a la apertura de ese “segundo frente”, al lado de las legítimas aspiraciones soberanistas del pueblo catalán.