El vals de la oca
Nos encontramos ante un fresco familiar que nos lleva a Toulouse, entre los exiliados españoles que no abdicaron en 1939. Es también la historia de una época, la de los míticos años 1968 y 1969, cuando la esperanza de un nuevo mundo floreció en los cándidos labios de una familia, cuyos valores esenciales están mejor anclados que todas las bitas de amarre de ambas márgenes del Garona.
Risas y lágrimas se entremezclan alrededor de Rosa, la benjamín de los hermanos, joven de ideas confusas que hará frente a su época con valor, al lado de su hermano Buenaventura, ausente y tan querido, comprometido en la lucha revolucionaria. Ambos marcarán para siempre el destino de la familia Serrano-Villabona.
Después de Sé fuerte, Lucía, Marie José Basurco nos sumerge de nuevo, a través de sus personajes sensuales y políticos, en el estrépito de la historia y el inolvidable testimonio de los pueblos.
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Marie-José Basurco, en El vals de la oca, es capaz de hablar de nosotras, de nuestras aspiraciones como pueblo libre, de las vascas, las rojas, las desheredadas de la tierra, de la legitimidad de las diferentes formas de lucha, de la tortura, la represión, etc., etc. sin caer en el panfleto y sin aburrir. Yo hasta ahora no he leído nada mejor. Gioconda Belli o Marcela Serrano, por citar dos autoras publicadas por Txalaparta y que también compartieron en sus novelas este fondo de amor y revolución, no lo han hecho mejor que Basurco.