María de Zugarramurdi y las mujeres que fueron embrujadas
Un fantasma recorre Europa. El fantasma de la brujeria. En el año del Señor de 1609 el inquisidor Pierre De Lancre inició, a petición de los señores d’Amou y de Urtubia, una oleada de juicios y quema de brujas en la costa de Lapurdi.
En el vecino reino navarro, la conquista del duque de Alba recién acababa de ocurrir, y la agitada población no se aquietaba a las nuevas autoridades. Alguien pensó que un piadoso escarmiento sería beneficioso para doblegar aquellas duras cabezas. El Santo Oficio de la Inquisición abrió un tribunal en Logroño. Según la creencia popular, “en los campos de Logroño siempre anda suelto el demoño”. El cura de Bargota fue llevado al tribunal ante la sospecha de que realizaba brujerías con su capa. La ciega Endregoto de Viana compareció bajo la acusación de nigromancia, porque descuartizó al conde de Aguilar para resucitarlo más joven, pero no lo pudo resucitar.
En la aldea de Zugarramurdi, una visita del inquisidor despertó el delirio de la brujería y la cautela de calmar la soberbia de las mujeres navarras con una sarta de buenas hogueras.
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