No me avergoncé del Evangelio
El 17 de julio de 1936, el sacerdote Marino Ayerra Redín llegaba a Altsasu, villa con "merecida fama de republicanismo de izquierda en el fondo monárquico y derechista que domina toda Navarra", para hacerse cargo de la parroquia. Tan solo un día después, sus feligreses tenían que huir al monte, le empezaban a llover muertos en las cunetas, los sublevados tomaban las calles del pueblo con ametralladoras y se le amontonaban las confesiones de crímenes cometidos de boca de falangistas y requetés. Los que pudieron huir no lo vivieron y el calvario de los que se quedaron lo guarda aún la sima de Otsoportillo.
Años después, a miles de kilómetros y con los hábitos ya colgados, Ayerra dará voz a todos ellos en este No me avergoncé del Evangelio, las memorias de un párroco que se irá desgarrando y rebelando ante el papel colaboracionista de la jerarquía eclesiástica en tan sangrienta cruzada. Una pieza de indudable valor histórico que constituye una de las fuentes primarias más importantes para entender el papel de la Iglesia Católica en la guerra del 36, que será utilizada por autores como José María Jimeno Jurío -cuyas anotaciones nos guían en este estremecedor relato- en la labor de recuperar la memoria de quienes fueron impunemente asesinados.
“Estas memorias rezuman dramatismo, desconcierto, soledad, desesperanza... La vida de este sacerdote, sus dudas, su dolor, sus sermones apelando al sentido común, su enfrentamiento solitario a la Iglesia colaboracionista, es un asunto de gran actualidad" (Lola Huete Machado, 'El País').
"Recuerdo haberlo leído medio a escondidas y con el alma en vilo, bien acorazado contra su contenido y contra su espíritu [...]. el libro era clandestino y rechazable desde el punto de vista patriótico-político (¡y de qué patria!) y desde el punto de vista eclesiástico-religioso (y de qué Iglesia y de qué religión)" (Jesús Lezaun en el prólogo).
“Cayó el libro en mis manos de adolescente y ya nunca pude quitármelo de la cabeza” (Helena Taberna, directora de la película 'La buena nueva').
“Una crónica amarga que mueve a la reflexión sobre la complicidad histórica de la Iglesia, desde la óptica de un sacerdote que quiso seguir los pasos de la encíclica 'Rerum Novarum', pero su vocación le costó la secularización y el destierro” (Mikel Insausti, 'Gara').
Detalles
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La indispensable aportación de d. Marino Ayerra en la búsqueda de la verdad… de nuestra verdad (Javier Ollo Martínez, alcalde de Altsasu)
PRÓLOGO de Jesús Lezaún
Nota del autor
Declaración necesaria
I
Id y predicad el Evangelio
II
Primer sermón y primeras ametralladoras
III
Primeros cadáveres. «¡Así que, vosotros, los buenos!»
IV
La nueva España, imperial y católica.
Catolicismo y religiosidad de nuestra Santa Cruzada
V
A los pies de la Santísima Virgen
VI
A escondidas por los calabozos
VII
Más calabozos y más cadáveres
VIII
Un poco también de vida parroquial.
Caridad fraterna, limpieza y luz
IX
¡No más sangre! ¡No más sangre!
¡Por fin, en el regazo espiritual de mi obispo!
X
El Cristo de la ermita de Otadia
XI
Hojas al viento (Nimiedades)
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Comentarios 1 Comentario(s)
Libro que me ha enseñado a comprender mejor lo que fue la represión franquista en Navarra,gracias Marino