Seis grados de libertad
Esta es la historia de una joven que quiere sobrepasar los límites de la experiencia humana, de un hacker informático que aspira a optimizar la circulación mundial de plátanos y cojines, de una empleada de la Policía Montada que sueña con acabar de una vez por todas con la geografía, de un contenedor fantasma que surca los mares y las bases de datos, de un septuagenario al que se le ha ido la olla, de una compradora compulsiva y bipolar, de seis periquitos y un gato que está y no está, y todos ellos estánllamados a ser partícipes de un juego a escala planetaria cuyas reglas desconocen. En resumen, es la historia de un periplo que escapa a las leyes de la gravedad, más allá, mucho más allá, de estos seis grados de libertad.
El autor de Nikolski nos atrapa de nuevo con un relato brillante e hilarante sobre la globalización, una oda a la libertad que combina una inteligente construcción narrativa y la imprevisibilidad de una novela policíaca con un toque poético, que le hizo merecedor del premio más prestigioso de Canadá en 2016.
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El placer de la lectura de Seis grados de libertad es inmenso. Desde la primera línea se adivina que se trata de mi admirado Nicolas Dickner. Y eso es porque ha logrado algo tan difícil y reservado a los grandes como hacerse con un estilo y una manera de escribir con la que conectas o no, pero que es la suya. Vuelven a aparecer personajes que crees que ya conoces, porque son muy parecidos a los de sus otras dos novelas (Nikolski y Tarmac). Pero esto que podría parecer un hándicap, un defecto o una carencia... es su estilo, su peculiar forma de entender el mundo, de narrar y de construir relatos fascinantes, con personajes también fascinantes. Cada artista o autor es fruto de su tiempo y cada época ha tenido y tiene manifestaciones artísticas que, al margen de una mayor o menor calidad, se entienden en ese contexto. Dicho esto me atrevo a afirmar que Dickner, junto a otros que me fascinan como Jonathan Coe, Alessandro Baricco y Haruki Murakami (seguro que hay otros pero mi campo de lecturas es el que es) forman parte ya de una nueva generación de escritores que narran de otra manera y para los que no sirven moldes del pasado. Han dado una vuelta de tuerca a la literatura (como pasó con la generación de los escritores del boom sudamericano García Márquez, Cortázar, Vargas Llosa, Fuentes, Carpentier, Roa Bastos, Onetti, Borges...) y yo no puedo más que maravillarme de ser coetánea, de poder asistir a ese prodigio de literatura que son capaces de hacer y rendirme ante ellos. ¿Existen los milagros de que alguien como Dickner quiera volver a publicar con Txalaparta?
Un contenedor fantasma que recorre el mundo: Seis grados de libertad — Nicolas Dickner — Txalaparta. Video con mi comentario del libro: www.youtube.com/watch?v=64eMHArIBQ8