Todos se conocían bien
En abril de 1936 falleció Nicasio Garbayo, concejal y exalcalde de Pamplona, elegido en 1931 por la Conjunción Republicano-Socialista. A su entierro y a su funeral acudió toda la corporación y ondearon a media asta las banderas en la Casa Consistorial; el Pleno hizo constar en acta el sentimiento de los corporativos y el alcalde, tradicionalista, lamentó la pérdida de «un compañero excelente». En los meses siguientes murieron varios miembros más de su misma candidatura; no hubo banderas a media asta ni honras fúnebres. El Ayuntamiento, reducido a los concejales de la Coalición Católico-Fuerista, guardó un sepulcral silencio que duraría muchos años. No habían muerto de pulmonía, como Garbayo, sino «a consecuencia del Glorioso Movimiento Nacional». Para los concejales de Pamplona el 18 de julio de 1936 supuso un trágico antes y después, pasaron de ser compañeros a ser enemigos. Unos siguieron en su cargo mientras que otros eran destituidos, detenidos, asesinados.
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