Vírgenes catódicas, putas recalcitrantes

Katixa Agirre es escritora en lengua vasca, doctora en comunicación audiovisual y profesora de la Universidad del País Vasco. Ha publicado las colecciones de cuentos 'Sua falta zaigu' (2007) y 'Habitat' (2009) y los libros infantiles 'Paularen seigarren atzamarra', 'Ez naiz sirena bat, eta zer?' y 'Patzikuren problemak'. Ha sido columnista en el Diario de Noticias de Álava, en el Deia, Aizu! y en el Argia. En 2015 publicó su primera novela, Atertu arte Itxaron? (Elkar, 2015), road novel merecedora del premio 111 Akademia.

Se licenció en Comunicación Audiovisual y ejerce de periodista. Publicó la biografía infantil Malcom X: Duintasunaren kolorea; ganó el premio Agustín Zubikarai por la novela breve Bat, bi, Manchester; recibió el premio Donostia Hiria con el relato Laranja azalaren negarra y la beca Igartza con la novela Nora ez dakizun hori (esta novela ha sido traducida al castellano, italiano y al ruso). Con la Editorial Txalaparta, además de la biografía para niños de Malcom X ha publicado la narración breve Atsekabe zaitut, la antología Aiztoa eta ardatza, y en castellano junto con otros autores el ensayo Vírgenes catódicas, putas recalcitrantes.

Fue educada en un colegio público de un barrio obrero de Rentería en los años ochenta, después en un instituto (también público) infectado por el Opus en Iruñea, se licenció en Periodismo por una universidad donde volaban las sillas por las ventanas contra los antidisturbios invitados por el rector de turno. Hija de su madre, de las calles y del feminismo; y de repente, gogó. Ha publicado los ensayos Devenir Perra, Un zulo propio (Melusina, 2009), Sexual Herria (Txalaparta, 2011) y Malditas. Una estirpe transfeminista (Txalaparta, 2014). También ha colaborado en la antología Transfeminismos. Epistemes, fricciones y flujos (Txalaparta, 2013) y en Vírgenes catódicas, putas recalcitrantes (Txalaparta, 2015).  

Dice su madre que imitaba a Rafaela Carrá delante de la televisión, después de apagarla. Creció en una casa pequeña de un barrio obrero cualquiera, siempre llena de gente, en la que había radio, tele y libros repartidos por todas las esquinas. Recuerda ver La clave junto a su padre, venerar La bola de cristal y alucinar con las series de televisión que llegaban del norte de Europa. Cinéfila desde muy niña, gracias a Aitzol Aramaio y a Terminal (2002) vivió su primera experiencia en el mundo del cine. Lo suyo son las películas, así que llegó a la radio por accidente, muy joven. Entre periodistas se pasó unos cuantos años inventando programas como La montaña mágica, El holandés errante, etc. Adora los días de Radio Euskadi pero su instinto detectivesco le llevó de nuevo a la universidad, al cine y a investigar el misterio que se escondía en las películas de Lars von Trier (insiste en que el cineclub FAS tuvo la culpa). Se hizo "doctora" diseccionando los personajes de las mujeres de la obra audiovisual de Lars von Trier. Enamorada de la luz del norte, desde entonces continúa investigando las formas del audiovisual escandinavo gracias a su trabajo en el Departamento de Comunicación Audiovisual de la UPV-EHU y a sus colegas vikingos. Vuelve a Radio Euskadi de vez en cuando, escribe cada domingo sus columnas en Gara, visita festivales de cine, pero, sobre todo, le apasiona compartir lo que encuentra en el camino con sus alumnas. Sabe que su clan comparte con ella la afición por los relatos del norte desde que pilló a una de sus hijas leyendo un libro sobre cine sueco, al revés.

Lesbiana de nacimiento. Nunca tuvo nombre propio, por eso los fue buscando por ahí: Durante mucho tiempo se llamó Itu (a secas) y más tarde se sumó el apellido de Medeak, colectivo transfeminista en el que milita desde el año 2000. En el trabajo le pusieron Josebe Iturrioz, y cuando se pone barba hay quien le llama Pepo (apodo cariñoso que le da su madre en la infancia), mientras otras prefieren el nombre de Borja ChupaPollas. Estudió Filosofía escandalizando las miradas convencionales que le aconsejaban hacer algo más práctico y terminó trabajando de técnica de Igualdad, aprovechando así lo aprendido en los distintos colectivos feministas en lo que ha crecido. Se recuerda desde siempre buscando referentes de mujeres fuertes o lesbianas, leyendo entre lineas de las series y el cine. Le llamaron siempre la atención personajes como La Mamba Negra en Kill Bill, Xena la Princesa Guerrera (bollera) o la Teniente Ripley de la saga Alien, uno de sus iconos favoritos y con el que se siente tremendamente identificada: mujer que deviene mutante tecnomediada, un clon cuyo ADN se ha fundido con el de su enemigo. Estos son algunos de los referentes que le sirvieron para entender que otras mujeres también son posibles. Conoció a Buffy la cazavampiros tarde, pero enseguida pasó a formar parte del club de las heroínas referenciales.