Dos hilos: Belaustegigoitia & México
Dos hilos de los que hemos ido tirando estos últimos años se unen en la obra que ahora presentamos: el afán editorial por devolver a los anaqueles de casas y librerías a autores vascos postergados por la historia y por su propia tradición literaria y política, como Ramón Belaustegigoitia. Y poner en valor y acercar a estas tierras la vasta producción literaria en torno a la Revolución mexicana. La sombra del mezquite cumple con creces estos dos cometidos.
La novela fue publicada originalmente en 1951, en la serie Aquelarre, surgida a partir de la tertulia homónima que un grupo de refugiados republicanos mantuvieron en la capital mexicana y que alumbró algunos títulos interesantes y representativos del exilio. Una tertulia animada por Simón Otaola Oyarzábal, donostiarra que murió en el DF en 1980, y José Ramón Arana. El autodenominado grupo Aquelarre muestra, sin duda, que fue un exilio prolífico literaria y políticamente que alumbró numerosas casas editoriales (alrededor de una treintena). De este ímpetu, por ejemplo, pero en una segunda generación, y gracias al tesón de Neus Espresate, surgiría la casa hermana ERA.
En aquellas animadas reuniones participaría Belaustegigoitia. No era un principiante en el campo de las letras, porque para entonces había publicado ya numerosos ensayos, y también su novela Euzkadi en llamas (1938). Si en 1938 se acercó de manera panorámica a los protagonistas de la guerra del 36 en su país natal, en La sombra del mezquite lo hará a los seres humanos que habitan la árida tierra norteña mexicana. Y es que Belaustegigoitia es un novelista atípico que, sin renunciar a un tono extraordinariamente literario, se acerca a los sucesos y los personajes que le rodean desde una visión mediada por su profesión de agricultor y su vasta cultura. Estamos ante una novela, sí, pero inspirada en realidades concretas, directas, de las cuales el autor modifica la trama levemente y pone de su parte todo lo que es arte de exposición. De ahí la gran amenidad y el interés de la presente lectura.
El segundo hilo al que hacía referencia anteriormente está relacionado con la querencia de nuestra tierra por lo mexicano y, al mismo tiempo, por lo revolucionario. Se trata, pues, de continuar alimentando las llamas insurgentes que tuvieron su origen al otro lado del charco. El maestro del periodismo comprometido John Reed no había visto “un pueblo tan cercano a la naturaleza” como aquel y plasmó su rudeza y su coraje en su México insurgente, todo un clásico ya de nuestro catálogo. Luego trajimos al Estado español, por vez primera, al gran Rafael F. Muñoz, un referente en el país azteca, pero un total desconocido aquí. En definitiva, hemos tratado de acercar la vasta producción literaria, todo un subgénero en el país azteca, de novelas ubicadas en o tras la Revolución villista y zapatista, que nos transmiten el espíritu de una época.
En esa senda encontramos a Belaustegigoitia. Sin embargo, y como leemos en el prólogo de la obra, este “huye de la corriente general de las novelas sobre la Revolución mexicana, dedicadas a expresar la parte más baja del pueblo y los apetitos más sórdidos de sus explotadores. Al contrario, el autor se desentiende de las mezquindades propias de toda situación humana, para darnos en prosa clara y fiel las preocupaciones y los sueños de la gente. De suerte que La sombra del mezquite, aparte de documento humano, constituye una lectura amena y una presentación de lo mexicano, penetrada de simpatía y de esperanza”. Novela sobre un tiempo que aún hoy no se ha extinguido del todo y que explica, en buena parte, los anhelos de justicia y de libertad del pueblo mexicano, siempre subyugado por un estado corrupto, el latifundismo y el imperialismo.
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