El Abrazo de Bergara · Guía contra la desmemoria | Jose Mari Esparza
Vascosnavarros. Guía de su identidad, lengua y territorialidad es la respuesta que Jose Mari Esparza preparó, durante 25 años, al despropósito que la Transición cometió con los vascos, parcelando su territorio en tres comunidades para dificultar su vertebración nacional. Concebido como un manual contra la desmemoria, este monumental trabajo cuenta con casi 2.000 referencias. Reproducimos aquí la referida al Abrazo de Bergara.
Abrazo de Bergara
Se produjo entre el general Espartero, jefe del Ejército español, y el general carlista Maroto, para representar el acuerdo que puso fin a la segunda guerra carlista. Se firmó el 29 de agosto de 1839 y al mismo se acogió una minoría de las tropas vascas: tres batallones guipuzcoanos y ocho vizcaínos. El resto, trece navarros, seis alaveses y cinco guipuzcoanos no lo aceptaron, saliendo muchos de ellos hacia el exilio. El origen del acuerdo de Bergara se halla en las gestiones del Gobierno inglés que, representado por el Vizconde de Palmerston, pergeñó las bases del acuerdo. En carta enviada por éste al coronel Wilde el 10 de agosto de 1839, le apuntaba los cuatro puntos en los que se debía basar: cese de hostilidades; mantenimiento de la graduación de todos los oficiales carlistas; mantenimiento de los fueros “en tanto sean compatibles con la unidad de la monarquía española”, y que las cuatro provincias reconozcan a la Reina Isabel y la Constitución de 1837, “manteniendo por tanto la integridad del territorio español”. Maroto fue declarado traidor y desde entonces frases como “ser más traidor que Maroto” o “hacer una Marotada” se hicieron populares hasta nuestros días.
Al final, fue la cuestión de los fueros, no la sucesión monárquica, el punto crucial de la negociación. Espartero sólo se comprometió a proponer al Gobierno “la concesión o modificación de los Fueros”, algo muy diferente de lo que había dicho en la Proclama de Hernani, cuando prometió nítidamente su conservación. El 11 de septiembre, las Cortes españolas aprobaban el famoso texto: “Se confirman los fueros de las Provincias Vascongadas y Navarra sin perjuicio de la unidad constitucional de la monarquía”, frase que se considera el inicio de la abolición foral y el punto de partida de todas las reivindicaciones soberanistas vasconavarras contemporáneas. Su primera consecuencia fue la Ley de Modificación de Fueros de Navarra de 1841. Desde entonces y hasta la muerte de Franco, la exigencia de abolición de la ley de 1839 será una constante en toda Euskal Herria, formulada hasta la saciedad por instituciones, prensa, sociedades y partidos políticos.
La ley estuvo vigente hasta la aprobación de la Constitución Española de 1978, momento en el que fue abolida para las tres provincias mientras se mantenía para Navarra, con el fin de dar fundamento a la Ley de 1841, consecuencia de ella. Es curioso que, al final, una ley especialmente rechazada por Navarra, una “Marotada” al cabo, haya quedado vigente exclusivamente para Navarra, con el fin de justificar el actual entramado institucional, basado en la separación con el resto de provincias hermanas. Lo que ni Maroto ni Espartero separaron, lo separó la Transición.
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