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El desastre del Rana Plaza | Tansy E. Hoskins | Manual anticapitalista de la moda

El 24 de abril de 2013 se produjo uno de los accidentes laborales más terribles de la historia reciente, cuando más de 1.100 personas murieron al derrumbarse un edificio que albergaba varias fábricas textiles en Daca (Bangladesh). Tansy E. Hoskins relata así la tragedia en Manual anticapitalista de la moda, un libro en el que revela los detalles y datos ocultos del escabroso y oscuro mundo de la industria textil.

En la mañana del 24 de abril de 2013, un grupo de trabajadores y trabajadoras de la confección discutían con sus directores fuera del Rana Plaza, un edificio comercial en Daca, Bangladesh, que albergaba varias fábricas de ropa. Los trabajadores de la confección dijeron que la estructura no era segura, que habían aparecido grietas en el hormigón del edificio que crecían por momentos y que temían por sus vidas. Habían huido del edificio el día anterior, ¿cómo podían volver a entrar ahora en semejante trampa mortal?

Los directores contestaron que a cualquiera que se negara a entrar en el edificio se le descontaría su salario, no solo durante ese día, sino durante todo el mes. En Bangladesh, perder el salario de un mes equivale a inanición, así que las personas que trabajaban allí se vieron obligadas a subir las escaleras rumbo a sus puestos de trabajo, dando pasos cautelosamente alrededor de las grietas en el suelo.

Una hora más tarde, el edificio de ocho plantas se derrumbó, sus pisos superiores construidos ilegalmente cayeron en pedazos por las sacudidas de unos gigantescos generadores, colocados allí para mantener la fábrica en funcionamiento durante los frecuentes cortes de suministro eléctrico. Miles de trabajadoras y trabajadores cayeron a través de las grietas en los suelos y fueron aplastados por los pilares y la maquinaria.

Las personas supervivientes quedaron atrapadas en una tumba viviente. Una mujer joven, Rogina Faidul, contó que había estado enterrada bajo los escombros durante tres días, con su brazo atrapado bajo una máquina de coser. Cuando las personas que se encargaban del rescate la localizaron, tuvieron que amputar su propio brazo para poder escapar. El saldo oficial de víctimas mortales del Rana Plaza fue de 1.133, convirtiéndolo en el desastre más mortífero de la historia en una fábrica textil. Otras 2.500 personas resultaron heridas y muchas de ellas quedaron discapacitadas de forma permanente.

Los minoristas que han admitido usar la fábrica del Rana Plaza incluyen a Benetton, Bon Marché, Mango, Matalan, Primark y Walmart, pero cientos de compañías más usan fábricas bangladeshíes de bajo coste, incluidas marcas de categoría como Armani, Ralph Lauren, Michael Kors y Hugo Boss.

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La industria de la exportación de ropa es una de las más antiguas, más grandes y más preponderantes globalmente, y la mayoría de los países produce alguna clase de producto textil para el mercado internacional. Como industria, depende del trabajo humano. En un mundo donde los robots caminan sobre Marte, la ropa interior que llevas puesta solo puede ser producida por manos humanas. Por este motivo, la moda y el trabajo humano son inseparables. Todo lo que llevamos es resultado directo de un esfuerzo humano detallado y repetitivo.

Los beneficios acumulados por la industria de la moda son enormes: 759 millones de libras para Zara y 2.500 millones de libras netos para lvmh en 2011. Si se reinvirtieran los beneficios y se realinearan las prioridades, habría suficiente dinero en la industria para que toda la mano de obra fuera remunerada de forma razonable y tratada con justicia. La lógica inexorable del mercado significa que los salarios, un coste elemental a recortar, son reducidos todo lo posible

Hoy en día, la moda es inseparable no solo del trabajo humano sino también de su explotación extrema. Hay innumerables libros, películas y campañas que ponen de relieve los horrores de las fábricas de moda. Primark es tristemente famosa por hacer que sus obreros y obreras trabajen una semana de 80 horas por cinco peniques a la hora, y por la muerte de más de 100 trabajadores en fábricas en el período de dos meses en 2006. Hay una infinita lista de marcas que han sido descubiertas usando mano de obra explotada, y va mucho más allá de las marcas más baratas: incluye a H&M, Nike, Reebok, Adidas, Converse, Gap, DKNY, Levi’s, Marks & Spencer, Karen Millen, Ralph Lauren, Burberry y otras muchas más. La palabra clave aquí es «descubiertas», porque no existe ninguna ropa que haya sido producida sin la explotación del trabajo humano. Con una cadena de suministro que aglutina trabajo agrícola, químico, de fábrica y de tienda, todo ello crónicamente mal pagado, la no explotación resulta imposible. El desastre del Rana Plaza fue solo un eslabón en una cadena de tragedias industriales que lleva mucho tiempo colgando pesadamente alrededor del cuello del mundo.

En el delta del río de las Perlas, se cortan cada año unos 40.000 dedos en accidentes laborales.

Los propietarios de las fábricas son ministros, exministros, miembros del Parlamento, exmiembros del Parlamento, generales del Ejército, burócratas civiles, incluso rectores de universidad. Esta es la élite de la sociedad que tiene gran influencia sobre los mecanismos del Estado.

Amirul Haque Amir, presidente del NGWT (National Garment Workers Federation - Federación Nacional de Trabajadores de la Confección)

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