Krutwig por Krutwig | Jose Mari Esparza & Iñaki Egaña
Federico Krutwig, autor del influyente Vasconia en la génesis y primeros años de ETA, narró su experiencia itinerante en Años de peregrinación y lucha, un documento de especial relevancia histórica. En las siguientes líneas, Jose Mari Esparza e Iñaki Egaña relatan la intrahistoria de este libro.
Un día de mediados de los noventa nos citamos con Federico Krutwig en su domicilio de la parte vieja de Bilbao. Años en los que, según cuenta Xabier Kintana en su biografía sobre Krutwig, no recibía ya a nadie, ni siquiera a alguien que pudiera poner orden en aquel caos del que fuimos testigos. No nos conocíamos salvo de referencias, pero nos abrió las puertas de su casa con extrema confianza, sin afeitar y en camiseta. Eso facilitó la conversación, que fue larga y provechosa, de las que no se olvidan. Nos mostró su enorme biblioteca, clásica y políglota, en anaqueles adornados con fotografías personales, algunas de ellas con hermosas mujeres de apariencia extranjera, germana, nórdica tal vez. Se lo hicimos notar y nos dijo con humor que todas habían sido novias suyas, pero nosotros se lo creímos. Con Krutwig todo era factible.
Nuestros ojos codiciosos se centraron sin embargo en los numerosos originales que rodeaban su mesa de trabajo, a la espera, tranquila a decir verdad, de un editor. “Creo que esto os interesará” dijo, mientras nos entregaba un original que ya tenía preparado. Caótico desde el inicio, leímos en su primera página un título inicial, Años de lucha, al que le había interlineado luego, a mano, “peregrinación y”. Era pues, Años de peregrinación y lucha, la experiencia itinerante del autor de Vasconia en la génesis y primeros años en ETA, más en su entorno que en el seno mismo de la organización.
Por supuesto que nos interesaba, y al instante nos dimos cuenta de que estábamos ante un documento de especial relevancia histórica. Sin embargo, era una obra en construcción, llena de tachones, frases superpuestas e interrogantes. El texto entero era una continua provocación y no dejaba títere con cabeza. Atrapamos al vuelo algunas frases y referencias personales que destacaban por su descarnada crudeza. Le preguntamos por algunos seudónimos y al instante nos dio el verdadero apelativo. Otros aparecían con su nombre, sin que quedara claro el linde entre unos y otros. Le hicimos notar que tal vez se le había ido la mano con algunos adjetivos y expresiones, que podían empañar el verdadero valor del libro: su testimonio.
“Yo he llegado hasta aquí, lo dejo en vuestras manos” nos dijo, seguramente creyendo que estaba mejor en nuestras manos que siendo pasto de las llamas en alguna hoguera inquisitorial. Concluimos la tarde en un parque cercano, escuchándole absortos hasta que nos despachó la noche. Ya no lo volvimos a ver.
Federico Krutwig murió pocos años más tarde, sin que en la editorial nos hubiéramos decidido todavía a corregir y editar su libro. Al dejarnos el autor, la responsabilidad que recaía sobre nosotros era todavía mayor ya que, como cualquier editor sabe, la dificultad de meter mano a un texto que ha quedado huérfano, sin la posibilidad de contrastar con su autor, es tremenda: cómo valorar qué hubiera querido, procurar no dejarle en ridículo y enmendar sus errores o dejarlos tal cual están para los estudiosos futuros... Y todo ello, más si cabe, estando ante un texto tan caótico en la redacción y tan caliente en lo humano. Optamos pues por dejarlo enfriar y que el tiempo nos diese una mejor perspectiva. A los 20 años de aquella inolvidable tarde, y animados por los entusiastas seguidores de Federico, en 2014 publicamos este extraordinario y controvertido testimonio autobiográfico. No fue tarea fácil, al ser, insistimos, una obra en agraz. Hela aquí completa; apenas suprimimos algunos pasajes que, a nuestro entender, estaban inacabados o añadían confusión. De todas formas, el texto original, con sus correcciones a mano y sus tachaduras, está a disposición de los interesados en los originales que Txalaparta ha cedido a la Fundación Euskal Memoria.
Ameno como un relato de viajes, reflexivo y visionario, mordaz en extremo, irritante a veces, brutal incluso en algunos pasajes, sorprendente siempre, estamos seguros de que el libro no dejará indiferente a nadie.
Podríamos añadir la coletilla esa de que «los editores no se responsabilizan de las opiniones aquí vertidas», pero sería una obviedad. Krutwig es Krutwig. Único. Posiblemente todas y todos los lectores, empezando por nosotros, vamos a sentirnos vapuleados. Si eso promueve alguna reflexión, el autor habrá cumplido su objetivo.
Jose Mari Esparza, Iñaki Egaña
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Sobre la estregia
Para mí, al igual que para cualquier teórico de la guerrilla o guerra revolucionaria, por cada kilo de pólvora hay que emplear de diez a cien kilos de papel impreso.
Tiene más importancia perder una batalla dentro de la propia estrategia, que ganar una batalla tácticamente pero dentro de la estrategia del enemigo.
En la estrategia guerrillera no entra el `matar' como fin principal, como a veces sucede con la estrategia de un ejército regular, el cual intenta crear el mayor número de bajas definitivas al enemigo. Nada de esto está en la base de una justa estrategia guerrillera.
Gatarrieta (seudónimo de Iker Gallastegi)
Gatarrieta hizo lo más difícil, ¡comenzar! En una Euskalherria independiente, a Gatarrieta se le elevarán estatuas.
La primera adquisición bélica de ETA
Como Irigaray no sabía hablar alemán, tenía yo que pedir la mercancía que deseábamos comprar, pero el propio Irigaray no sabía bien cuál era la munición ni cuánta cantidad de cada tipo, por lo que éramos sospechosos en las armerías. Así y todo, nos vendieron algunas cajas. Creo que esta era la primera adquisición bélica de ETA.
Vasconia
Esa unión entre anarquismo, liberalismo y hasta elementos marxianos que yo hice con la idea nacional vasca fue la única forma en que se logró hacer que aquello que era ETA, cuando nació se convirtiese en algo más efectivo que un Partido Comunista, que siempre está corrupto y anquilosado ideológicamente.
El «cojonímetro»
El `cojonímetro' era en ETA una forma de expresar la predilección por la simple actividad táctica, sin darse cuenta de que las guerras se ganan por estrategia y que se pueden ganar casi todas las batallas tácticamente y perder la guerra.
Así pues, ante la imposibilidad absoluta de resolver la cuestión planteada por la lucha de liberación nacional por la simple táctica, es justamente necesario un grupo de patriotas quienes tienen que dominar más que los opresores de la patria oprimida las actividades estratégicas. Es decir, determinar cuándo y a quiénes se debe atacar tácticamente y cómo se deben combinar las victorias y las pérdidas tácticas, con el fin de encaminar hacia la victoria la propia estrategia, de forma que el enemigo pierda la iniciativa.
El comunismo
Los comunistas suelen tener mucha amplitud de espíritu para comprender los problemas nacionales cuando el opresor es un Estado diferente, pero también a ellos les falta toda capacidad de razonar cuando el explotador es su propio Estado.
Está bien comprobado que los obreros en ninguna parte del mundo son revolucionarios, ni aman el progreso, por más que a Marx y a Lenin se les ocurriese afirmar lo contrario. Los obreros también en Italia eran de mentalidad burguesa, y a lo que aspiraban era a convertirse en pequeños burgueses; así, cuando despotricaban contra el sistema burgués era simplemente porque habían fracasado en sus pretensiones o eran incapaces de progresar en el mismo.
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