'Mujeres, resistencia y revolución': un clásico del feminismo para los debates actuales
El capitalismo y el patriarcado están íntimamente vinculados. A su vez, los movimientos más radicales y emancipadores del mundo, de cualquier época, no han conseguido desprenderse por completo de la opresión de género. Y es tarea tanto de las nuevas izquierdas como de los nuevos feminismos poner en marcha un cambio radical con respecto a los cuidados, el hogar, las leyes y el trabajo. A esa titánica tarea contribuye la activista y teórica inglesa Sheila Rowbotham con este clásico del feminismo que rescata Txalaparta para los debates actuales.
Sheila Rowbotham vuelve sus pasos sobre la historia para analizar la relación real entre la liberación de las mujeres y la izquierda revolucionaria. En una genealogía de las revoluciones, nos descubre el despertar del feminismo en las herejías religiosas de los siglos XIII y XIV, en la Comuna o la Revolución francesa. Y, a partir de la relación que Marx y Engels establecieron en la explotación de la clase obrera y la opresión de las mujeres, estudia los efectos de la revolución industrial y del sindicalismo sobre la condición de la mujer. Y ofrece igualmente una imagen de la situación femenina en Rusia, tras la Revolución bolchevique, y, en China, tras la «Revolución Cultural», centrándose además en los esfuerzos realizados por las mujeres en la resistencia al imperialismo en Argelia, Cuba y Vietnam. Hilando finamente anécdotas y ejemplos de enorme valor histórico, Rowbotham nos muestra en este tupido telar cómo se enfrentaron las mujeres a los desafíos duales de un sistema estatal injusto y al prejuicio social y sexual. Mujeres, resistencia y revolución es ya un clásico del feminismo que inspirará a las nuevas generaciones de pensadoras y activistas feministas.
Rowbotham es una de las pensadoras feministas más importantes, aunque no lo suficientemente reconocidas, de Gran Bretaña, y una figura clave de la segunda ola del feminismo.
Melissa Benn, The Guardian
La autora
Sheila Rowbotham (Leeds -Inglaterra-, 1943). Participó activamente en el inicio del movimiento de liberación de las mujeres en Inglaterra y es conocida internacionalmente como historiadora del feminismo y los movimientos sociales radicales. Es autora, a su vez, de los libros Mujeres, resistencia y revolución (Txalaparta, 2019); Woman’s Consciousness, Man’s World; y Hidden from History. Entre sus últimos trabajos podemos destacar Promise of a Dream: Remembering the Sixties; Dreamers of a New Day: Women Who Invented the Twentieth Century; y la biografía Edward Carpenter: A Life of Liberty and Love, preseleccionada para el Premio James Tait Black y ganadora del premio literario Lambda de Biografía Gay. Miembro honorario de la Universidad de Manchester y miembro de la Royal Society of Arts, ha publicado, asimismo, poesía y dos obras de teatro y es colaboradora de diversos periódicos y revistas en Inglaterra, Estados Unidos, Italia, Brasil, Turquía, Suecia y Sri Lanka.
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Una historia de las mujeres y la revolución en el mundo moderno
Al principio fue la herejía
En las sectas heréticas aparecieron prominentes figuras de mujeres predicadoras y mártires, algunas llegaron a reivindicar el milenio para la mujer. Quizás puedan situarse los «comienzos» del feminismo con Guillermine de Bohemia, a finales del siglo XIII, que creía que la redención de Cristo no había alcanzado a la mujer y creó a su alrededor una iglesia de mujeres, que atrajo a mujeres del pueblo y a las esposas de los burgueses y de los aristócratas. Sería un grupo perseguido por la Inquisición. Este ímpetu feminista concedió a la mujer autoridad para interpretar las escrituras y la responsabilidad de profetizar.
Libertad, igualdad, fraternidad… ¿para quién?
En la Revolución Francesa se encontraron entre sí las aspiraciones feministas de las mujeres de status social más alto y las tradiciones de acción colectiva de las menos privilegiadas. Pero existía aún una considerable ambigüedad en lo que respecta a la «libertad, igualdad y fraternidad» hacia ellas. La nueva ideología revolucionaria exigía la liberación de los seres humanos frente a las instituciones represivas, la realización de la propia identidad, y en este sentido implicaba una vida nueva para la mujer. Pero, al mismo tiempo, los hombres volvían la vista atrás en busca de una edad dorada de armonía inocente y elevaban a la mujer a la imagen de noble primitivo. La naturaleza (y la mujer con ella) debía ser dominada (de nuevo).
La mujer en los primeros movimientos socialistas. De la teoría...
La liberación de la mujer fue un tema candente en los movimientos socialistas que surgieron a finales del siglo XIX, pero no porque la gente se sentara aplicadamente a leer los escritos de Marx y Engels. De hecho, la mayoría de sus escritos relacionados con la opresión de la mujer solo se han empezado a divulgar en una fecha relativamente tardía. Fueron las propias mujeres las que, bajo diferentes formas, ejercieron considerable presión sobre los nuevos movimientos y las que consiguieron introducir sus casos dentro de la argumentación general a favor del socialismo.
...a la práctica en 1917, a pesar de los hombres
La Primera Guerra Mundial y la Revolución Bolchevique obligaron a las feministas a definirse en un momento en que, al concederse a las mujeres el derecho al voto, desaparecía la única causa común que las unía. Después de 1917, ningún movimiento político podría jamás volver a ser igual. Paradójicamente, la acción de las mujeres fue la que resultó decisiva: el Día Internacional de la Mujer, estas decidieron ir a la huelga en una manifestación pacífica, en contra de la opinión de todos los grupos políticos organizados, incluso los bolcheviques, que suponían que se derramaría sangre inútilmente. Pero las mujeres acudieron por millares, y a estas se unieron amas de casa de clase media y obrera afectadas también por la escasez de alimentos y el alza de los precios. El ejército acudió, pero no disparó. Alentadas por el éxito, al día siguiente se manifestaron grandes masas de trabajadores.
Si os gusta montar en tobogán...
En los primeros años de la Revolución rusa se suponía que la familia se marchitaría junto con las demás instituciones que habían sobrevivido a la sociedad capitalista. La discusión giraba sobre cuánto tiempo y esfuerzo requeriría la transición. Sin embargo, en cuanto la gente empezó a dar importancia a la liberación de la mujer, se vieron atrapados en el viejo dilema del caballo y la carreta o del huevo y la gallina referidos a la nueva cultura frente a la base material.
China: cuando el urogallo vuela al cielo
El impacto del imperialismo y de la industrialización debilitó la autoridad del padre y del marido, pero no proporcionó una solución para la mujer y la hija. La resistencia de las mujeres surgió de un modo más popular y radical dentro del contexto del movimiento general contra ello. A partir 1919, Mao escribió numerosos artículos contra la opresión de la mujer. Declaró que la mujer debía tener igualdad y libertad. Pero otra cosa era la práctica. Los cambios para ellas empezaron a llegar a partir de su educación: no solo por empezar a acudir a las escuelas y a las universidades o aprender nuevos oficios, sino a partir de la experiencia de encontrar un lugar y una voz propios tras siglos de servilismo y de silencio.
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