¿Por pensar así somos delincuentes? | Isaac Puente | Historia del anarquismo vasco
Esta nueva historia del anarquismo vasco, De la Primera Internacional a Askatasuna, describe a este movimiento década a década, mostrando sus acontecimientos más relevantes y sus claves internas en su correspondiente contexto histórico, además de textos seleccionados de sus principales figuras. A continuación os ofrecemos un extracto de ¿Por pensar así somos delincuentes?, un folleto editado por Isaac Puente en 1931.
¿Por pensar así somos delincuentes?
I Anarquía
La palabra Anarquía significa ausencia de gobierno. Es la negación del poder, del Estado y de la Autoridad.
Los gobiernos han prometido siempre la felicidad de los pueblos. Cuando no satisface un gobierno monárquico se piensa en una república y cuando se desacredita una forma tiránica, se ofrece otra democrática. Después de ver fracasar a las diversas formas del Poder, y desacreditadas las formas que aún quedan por ensayar, es lógico pensar en abandonar el sistema, en cambiar por completo de procedimientos.
Las actuales sociedades están edificarlas sobre la violencia. Se sostienen merced a la coacción del Poder, de las leyes y de la fuerza armada. Esta es la prueba de que sus cimientos no son firmes, cuando necesitan de tales puntales. Si tuvieran por base el consentimiento y la voluntad de los individuos, no necesitarían de tanto mecanismo represivo. Si no se apoyaran en la injusticia del privilegio y en los intereses de la clase capitalista, no tendrían que temer el despertar y la acción vindicativa del desposeído y del explotado,
Las actuales sociedades necesitan del Gobierno. Se derrumbarían si les faltara el apoyo de la fuerza.
No pensando en que pueden existir otros modos de convivencia, hay muchas gentes que consideran, por esto, peligrosos a los anarquistas. La supresión del Estado es la muerte de los parásitos, la hecatombe para los privilegiados, la ruina del capitalista. Pero, aunque se derruya todo el edificio social, quedará intangible la única realidad social, el Individuo, que es a quien queremos salvar.
En efecto, la anarquía supone un orden de cosas distinto al actual, en el cual las relaciones y compromisos sean libremente consentidos, y el interés de cada individuo, armonizado y defendido en el interés de todos. El comportamiento del individuo, en esta sociedad por él acatada, no dependerá de amenazas exteriores, sino de su espontaneidad.
II Bondad Humana, inmoralidad del Poder y evolución Histórica
Fundamentalmente, el hombre no es ni bueno ni malo. Puede ser una cosa y otra, tanto por sus sentimientos, como por las condiciones del ambiente en que viva. El hombre es víctima de sus instintos, de sus impulsos y de sus pasiones, pero sobre todo cuando está bajo la acción de circunstancias que anulan su voluntad, como, por ejemplo, en estado de alcoholismo, de acaloramiento, de largas privaciones o de enfermedades mentales.
Todo el lujo de coacciones que el Gobierno mantiene (Código, cárceles, tribunales, presidios, policía, guardia civil) no ha evitado un solo crimen ni un solo robo.
Véanse los hechos: los presidios y cárceles están repletos; son muchos además los delitos que quedan impunes. Este resultado es bastante para desacreditar el poder moralizador del Gobierno.
Por el contrario, los individuos son buenos y obran el bien cuando se lo proponen como ideal, y cuando se empeñan en ser dueños de sus actos. No existe ningún freno mayor contra el mal que el que cada individuo consiente en ponerse a si mismo. La Bondad es fruto de educación.
El Poder es inmoral, porque malea y deforma los sentimientos de quienes lo ejercen. Investido de autoridad, olvida el padre su ternura, el maestro su cariño, el policía sus sentimientos y el gobernante su afecto fraternal hacia los demás hombres. Los trata de inferiores, los castiga sin duelo, los hace víctimas de su mal humor o de sus malas digestiones.
Es inmoral también, porque descuida la educación de los individuos y se conforma con que obren influidos por el terror al Poder, y por el miedo a las sanciones de la ley, en lugar de obrar el bien por el bien mismo.
La evolución histórica se ha operado en dos sentidos distintos, según se mire en el individuo o en la sociedad. Pero ambos son convergentes hacia la Anarquía. Por un lado, conduce el Poder desde formas despóticas, en las que el súbdito era una cosa, hasta las actuales democracias, que dan al individuo nombre de ciudadano y le reconocen ciertos derechos, aunque luego se las escamoteen en la realidad. Por otro, el individuo viene desde la sumisión agradecida del esclavo, a su creciente consciencia, y a su cada vez más despierta rebeldía.
Conclusión: El individuo puede ser bueno, sin necesidad de coacciones exteriores. El Poder es malo en sí mismo y anulador de la conciencia individual. La evolución histórica va capacitando poco a poco al individuo para la vida libre, y va aminorando la violencia y coacciones del Estado.
III Es un amplio ideal Humano
El Anarquismo, aunque a ello deba su nombre, no se limita a la lucha contra el Poder. Aspira a un máximo de libertad para el individuo, a un máximo de bienestar y a un máximo perfeccionamiento físico-moral.
En el aspecto político supera, no sólo al liberalismo histórico, que se conformaba con simples ficciones de libertad, sino al espíritu liberal que late en el movimiento juvenil, y que informa las ligas internacionales de Defensa de los Derechos del Hombre. El Anarquismo quiere la liberación integral del individuo, y de esto le viene su nombre de ideal libertario.
En el aspecto social, representa la tendencia más avanzada del socialismo, propugnando el comunismo libertario como la fórmula más racional para nivelar a todos los hombres en el trabajo y en la satisfacción de necesidades y aspiraciones. Siendo de todos los individuos y de todas las generaciones la riqueza humana, en parte encontrada en la Naturaleza y en parte acreditada por el trabajo, debe ser usufructuada en común.
Y en el biológico acepta tres clases de disciplinas: la eugénica que trata de suprimir los efectos de la mala herencia, propugnando el ideal del hijo sano; el Naturismo, que encuentra en la alimentación y la vida natural, la clave de nuestra salud y de nuestra belleza corporal; y la auto-educación o influencia modeladora de un individuo sobre si mismo, que es el modo más eficaz de influir sobre el comportamiento.
Es el ideal de máxima tolerancia, pues respeta todos los criterios y afirma el derecho de todos los individuos a criticarlo y examinarlo todo, incluso el deber de cada hombre de pensar por su cuenta y haciendo uso de su razón, que es la luz suprema que tenemos para dirigirnos en la vida.
Necesita de hombres libres y emancipados con iniciativa propia para pensar y para obrar, y no seres gregarios, sugestionables que siguen las veredas que otros les trazan.
Fomenta la libre discusión quitando todo valor a la frase «el maestro lo ha dicho» porque su verdad puede resistir todos los embates.
No persigue la uniformidad de criterio, sino que busca el acuerdo en la diversidad de pareceres y la afinidad ideológica, y la comunidad de sentimientos es en ello el único nexo de unión.
Isaac Puente. Extracto del folleto ¿Por pensar así somos delincuentes? (1931), recogido en el libro De la Primera Internacional a Askatasuna.
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