Una escritora que no quiso quedarse en los márgenes
Tradicionalmente se dice que Carolina Maria de Jesus fue descubierta por el periodista Audálio Dantas, pero bien se puede afirmar lo contrario. En abril de 1958, Dantas visitó la favela de Canindé, en São Paulo, para hacer un reportaje. Al notar la presencia del periodista, Carolina comenzó a vociferar contra unos hombres que estaban ocupando el parque para niños recientemente instalado en la favela: les gritaba que iba a incluir sus nombres en el libro que estaba escribiendo. El periodista sintió curiosidad por el libro del que hablaba esa mujer negra. Ella le mostró varios cuadernos en los que había ido registrando sus escritos literarios. Dos años después, en 1960, la entonces prestigiosa editorial Francisco Alves publicó una selección de los diarios, bajo el título Cuarto de desechos, obra con la que la autora se hizo mundialmente famosa. Pero ella nunca se resignó a ocupar el lugar que le indicaban, y eso le costó permanecer en un segundo plano durante décadas. Este libro se une al movimiento de recuperación y reconocimiento de la obra de la escritora.
La escritura de Carolina Maria de Jesus es producto de una multiplicidad de fuentes y tradiciones. Nació en la ciudad de Sacramento, en Brasil, en el seno de una familia rural, negra y descendiente de exesclavos, y entró en contacto con una amplia tradición oral a través de su abuelo, por lo que es posible que este despertara en ella también el deseo de contar historias. Igualmente importante en su formación como escritora fue su breve paso por el colegio: solo cursó dos años de educación formal, pero le bastaron para convertirse en una ávida lectora.
En 1937 se trasladó a São Paulo, donde vivió varios años y trabajó en lo que pudo, para subsistir. Durante un tiempo en el que trabajó como empleada de hogar, tuvo acceso a una nutrida biblioteca, donde pudo leer clásicos de la literatura. En 1948, tras ser desalojada del edificio en que vivía debido a un proyecto de gentrificación, se trasladó a la favela de Canindé. Allí, la pobreza y la precariedad la llevaron a convertirse en recicladora: recogía materiales reciclables de los basureros, entre ellos los que utilizó para construir su casa, pero también libros, revistas y periódicos, así como papeles y cuadernos, en los que fue registrando su obra de manera desorganizada.
Carolina intentó publicar sus obras en varias ocasiones, pero no lo consiguió hasta su encuentro con el periodista Audálio Dantas. Él visitó la favela de Canindé en 1958, para hacer un reportaje, pero estando allí escuchó a una mujer negra amenazar a unos hombres que estaban creando conflicto con poner sus nombres en el libro que estaba escribiendo, y sintió curiosidad por su trabajo. Carolina le mostró varios cuadernos en los que había escrito poesías, canciones, obras de teatro o narraciones en prosa, y también un diario. Dantas se interesó por el diario y le pidió continuar con la escritura de este. Dos años después, en 1960, la entonces prestigiosa editorial Francisco Alves publicó Cuarto de desechos: diario de una favelada, una selección hecha por el periodista de los diarios de Carolina. Se convirtió en el mayor éxito editorial de la historia brasileña hasta ese momento y fue traducido a catorce idiomas.
El título del libro hace referencia a una metáfora empleada en los diarios para definir la favela: ella propone pensar en la ciudad como en una casa: la parte urbanizada es la “sala de visitas”, y la favela es el “cuarto de desechos”. La palabra traducida por desechos, despejo, significa en portugués también desahucio, la acción de expulsar a alguien del lugar donde vive; y, precisamente, la vida y la obra de Carolina estuvieron muy marcadas por los desplazamientos.
En 1961 salió a la venta su segundo libro, Casa de ladrillos: diario de una exfavelada, que trata la transición geográfica y social de la autora desde los márgenes hacia el centro de la sociedad. Pero obtuvo escasa repercusión, por lo que la editorial decidió no publicar más libros de Carolina. Audálio Dantas tampoco editó más textos suyos, pues las tensiones entre ambos se agravaron. En el resto de su vida solo publicó dos libros más, en 1963, Pedazos de hambre y Proverbios.
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