Réquiem para sordos
Aquellos sordos solo querían oír lo que ellos decían. Luego resultó que todo era falso. Nada tenían detrás, salvo palabras huecas y grandes altavoces. Nos mintieron como habían mentido sobre Lemoiz, Leizaran, Itoitz, la OTAN, Urralburu, Roldán, Galindo, el Señor X... Aquellos sordos desaparecieron, pero vinieron otros con más altavoces. Fue el Gran Monólogo del tema vasco. Las voces disidentes fueron otra vez silenciadas. Periódicos cerrados, periodistas perseguidos, ciudadanía ilegalizada... Hoy los altavoces siguen imponiendo sus dogmas, pero el gran Monólogo caerá. Y cuando el diálogo, la palabra liberada y el voto popular le sustituyan, volveremos a entonar un Réquiem para sordos que diga un adiós definitivo a tanta impostura.
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