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[Adelanto] Las apologías de Jose Mari Esparza

En las siguientes líneas hemos seleccionado varios extractos de las memorias de Jose Mari Esparza. La mayoría hacen referencia a pasajes desconocidos de la historia de Txalaparta, y os aseguramos que ha sido difícil elegirlas, pues las más de 300 páginas de Apología están plagadas de aventuras, anécdotas, reflexiones políticas y literarias... Historia viva y memoria del país.

Llegará la primavera

Todo acto, por pequeño que fuera, tenía un sentido militante y evocador. Recuerdo el día que regresaba de la imprenta Gráficas Lizarra, en Estella, con los primeros tomos de Navarra 1936. De la esperanza al terror. A escasos dos kilómetros de Tafalla, a mano izquierda hay una salida donde habían muerto, en la primavera de sus vidas, Juan José Valencia y José Javier Alemán, mientras preparaban un artefacto para volar un repetidor de Iberduero, en tiempos de la batalla de Lemoiz. Todavía guardo la muela de uno de ellos, que recogí entre los restos desperdigados. Al pasar por allí tuve una reacción espontánea: aminoré la marcha, tomé un ejemplar del libro y lo arrojé por la ventanilla al lugar de la explosión. El gesto se convirtió en costumbre ritual y cada vez que traíamos de la imprenta un nuevo libro echábamos por la ventanilla el primer ejemplar, para pasmo de algún acompañante eventual que nos miraba con cara de asombro, y para beneficio de cualquier pastor o de los guardia civiles que solían ir por allí para romper los árboles, flores o túmulos que colocaban familiares y amigos.

Detector de explosivos casero

A inicios de los noventa, la presión mediática y policial se hacía sentir en una empresa como la nuestra, escrupulosamente legal y cuya actividad primordial precisamente era hacer públicas todas sus actividades. Tampoco nos tomábamos a broma las amenazas de la extrema derecha, sabedores de los poderes que tienen detrás. Por eso teníamos un problema con los numerosos paquetes que llegaban a la editorial, de todo tipo y tamaño, conteniendo originales, regalos o devoluciones. Muchos no tenían remitente o tenían origen y trazas sospechosas. Había psicosis ambiental, con noticias continuas de paquetes bomba que, reales o ficticias, teníamos que considerar a la hora de abrir el correo diario. Así que se abría con sumo cuidado, poniendo la oreja y el olfato, aunque previamente lo pasábamos por el detector más primitivo que se nos ocurrió: abríamos el balcón y si no pasaba nadie tirábamos el paquete desde el segundo piso a la calle.

Autonomía editorial

En 1997 Jexux Arrizabalaga nos propuso editar el libro Autonomoekin solasean, una loa al movimiento asambleario de finales de los 70, cercano al anarquismo aunque independentista y abertzale, que tuvo una expresión armada multicelular, muy crítica con el vanguardismo de ETA y el MLNV. El libro, además, ponía nombres y apellidos, y criticaba directamente a Floren Aoiz, portavoz de Herri Batasuna que en su día se manifestó en contra de sus acciones. Floren, además de correligionario y colaborador de la editorial, era vecino y amigo personal nuestro, y los autores estaban convencidos de que les íbamos a censurar el libro o partes del mismo. No tocamos una sola coma y así sigue en el catálogo.

–Nunca pensé que lo editaríais –nos confesó más tarde Arrizabalaga.

De Juana Chaos

Llevaba muchos años preso cuando nos llegó la noticia de que quería escribir un libro. Solicitamos visitarlo y me presenté con Iñaki Egaña en la prisión de Ocaña un día de 1999.

Reconozco que entré a la pecera blindada un tanto impresionado por la fama que le precedía de tipo duro, responsable del poderoso “comando Madrid” y por su larga condena. Además, el comienzo de la relación fue muy incómodo. Nosotros nos sentamos para estar cerca del interfono pero él se mantuvo de pie, a cierta distancia del cristal en una actitud que indicaba desconfianza.

Hablamos un rato del libro, de las condiciones, de su empeño de editarlo en euskera y castellano, todo muy frío y distante. Al final no pude más y le dije:

–Oye, Iñaki, ya sabemos que no estás en un lugar agradable, pero no hemos venido hasta aquí para que nos pongas esa cara y no nos dediques ni una sonrisa.

Entonces comenzó a aflojar los músculos y mejoró una relación que se intensificó los años siguientes, en los que los medios de comunicación, jueces y fiscales lo lincharon, intentando asemejarlo a una bestia.

Sarri, Sarri

Un día al final del anterior milenio, Jose Miguel Arrugaeta me hizo abandonar la feria y me llevó a las afueras de La Habana a conocer a “alguien”. Llegamos a un tranquilo “paladar” al aire libre y se acercó un tipo cargado de hombros, aire tímido y con un amago de sonrisa permanente que reconocí al instante. Era Joseba Sarrionandia, Sarri, Txorbito en la cárcel y véte a saber cuántos nombres más en su asenderada vida. Nadie sabía dónde estaba desde su escapada de la cárcel de Martutene en 1985, escondido en un bafle de música.

Hablamos durante ocho horas seguidas y repetimos sesión los días siguientes. Me dí cuenta que estaba ante un amigo congelado. “Hacía años que no hablaba tanto en euskera” me dijo el maestro de la literatura vasca.

(Ver capítulo completo en GARA: Las fugas de Sarrionandia).

La comunidad

El Club de Lectores, la tribu, ha garantizado nuestra supervivencia. La fidelidad de nuestra gente ha llegado a extremos tales que ni reclamaban cuando se les cobraba de más o les llegaba en mal estado un libro. Han sido miles los que con su suscripción o la compra en librerías estaban seguros que apoyaban algo más que un sello editorial. Quizás el suscriptor más anciano y entrañable haya sido Francisco Sabroso, vecino de Alagón, militante pretérito del partido comunista que con su cuñado, octogenario como él, se dedicaba a ilustrar las paredes de este pueblo aragonés con propaganda de Herri Batasuna. Cuando vimos que también estaba suscrito a las colecciones en euskera, le llamamos creyendo que era un error.
- ¡No, maño! ¡Es que me da mucho gustico abrirlos y ver que están escritos en vasco! Ya que nosotros no hemos podido ¡a ver si ganáis vosotros!

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