Por el himno nacional de Euskal Herria | Jose Mari Esparza Zabalegi
Este libro es una consecuencia más de la pandemia con la que iniciamos el año 2020. Cuando, con el cantante Gontzal Mendibil, comenzamos a recoger firmas de músicos, respaldando un manifiesto que vindicara el Gernikako Arbola como himno nacional, inicié la redacción de un dossier histórico que animará a firmar a los menos documentados. Un argumentario que sirviera para deshacer los prejuicios y las falsas opiniones que arrastramos desde el franquismo. El dossier fue creciendo y al final adoptó la forma imprevista de un libro. Y hay libros que no se acaban, se abandonan. Este es nuestro caso: no hemos querido retrasar más el punto final. Hay tanto material bibliográfico que solo aportaremos el más representativo.
Nuestra intención es, pues, aportar un escueto soporte documental que demuestre cómo, casi desde el momento de su creación por el bardo José María Iparragirre, el Gernikako Arbola ha sido el “Himno nacional de la Euskal Herria” -como lo bautizara, entre otros muchos, el escritor navarro Iturralde y Suit-, cantado y documentado en todos los territorios, por toda clase de personas y en todo tipo de manifestaciones culturales, sociales y políticas. Más que una biografía de Iparragirre, apasionante como pocas, nos interesa una biografía del zortziko que, como ocurre con las grandes obras musicales, cobró vida propia desde el instante en que el bardo vasco lo cantara por vez primera. Lo que aquí exponemos solo pretende ser un esbozo de la intensa vida que nuestro biografiado ha tenido, en todos y cada uno de los rincones de Vasconia, en la diáspora vasca y en la literatura universal.
Ningún símbolo anterior, ningún libro ni canción, contribuyó tanto a fomentar la conciencia colectiva de los vascos y las vascas. Si el concepto de Euskal Herria ya existía desde siglos atrás, el himno de Iparragirre lo llenó de contenido político y emancipador. Gracias a él, los siete territorios vascos hicieron suyo un símbolo, el roble de Gernika, que antes apenas traspasaba los límites del Señorío. Y el entusiasmo colectivo que suscitó saltó nuestras fronteras: no ha habido texto en euskera más reproducido que los versos del Gernikako Arbola, ni traducido a tantas lenguas. Tampoco hay melodía vasca más versionada y escuchada en óperas y teatros. Ni hay himno de origen popular que, sin tener rango oficial, ni respaldo de un Estado soberano, haya tenido un reconocimiento tan unánime como himno nacional.
Gernikako Arbolaren biografia
Jose Mari Esparza Zabalegi Iñaki Lopez de Luzuriaga
Editorial Txalaparta
Han pasado ya casi cuarenta años desde que las comunidades autónomas de Euskadi y Navarra aprobaron sus himnos oficiales y tenemos que reconocer que ninguno de ellos ha conseguido llegar a las mayorías, ni ser interpretado en los espacios populares (estadios, fiestas vascas, conciertos juveniles, manifestaciones reivindicativas, etc.). Menos aún extenderse al conjunto de los vasconavarros. Tienen su marco oficial, muy respetable, del que rara vez salen. Es más, tenemos que agradecer que en su día ninguna comunidad autónoma eligiera como himno oficial el zortziko de Iparragirre, quedando de esa forma, como nos dijo Carlos Garaikoetxea, al servicio del conjunto de Euskal Herria. Como lo fuera siempre.
Tal vez alguien se extrañe de que, desde la atalaya de la Ribera de Navarra, haya dedicado este esfuerzo editorial a recuperar un símbolo que hoy se ve, si no lejano, sí alejado del imaginario político e institucional de Navarra. Y, sin embargo, en pocos lugares como en Tafalla, y en la Ribera navarra en general, se puede comprobar el arraigo y la extensión que el himno tuvo desde el siglo XIX hasta nuestros días, y donde todavía se canta solemnemente, todos los años, incluso con la versión tafallesa en castellano, utilizada en la Gamazada de 1893.
Si se investiga un poco en archivos y hemerotecas locales, se encontrará el mismo tipo de testimonios, desde Tudela o Fitero, hasta Baigorri o Maule, por citar las áreas más alejadas de la villa vizcaína. Y es que el Gernikako Arbola nació con vocación de unir al país y por eso el país lo hizo suyo, con una fuerza tal que esperamos haber reflejado, siquiera someramente, en este trabajo.
Jose Mari Esparza Zabalegi
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