El recuerdo de los masacrados resuena en el tiempo

Huellas indelebles del horror franquista

En el frío febrero de 1937, cuando las sombras del ejército golpista se cernían sobre Málaga, una marea humana se lanzó desesperada a la carretera que conducía a Almería. Miles de personas, impulsadas por el terror y la incertidumbre, huyeron de una ciudad sitiada por el avance de las fuerzas franquistas. Madres y padres con sus hijos en brazos, ancianos con sus escasas pertenencias a cuestas, jóvenes mirando con ojos vacíos el horizonte incierto… El eco de sus pasos se mezclaba con el rumor distante de los cañones, en un estruendo de miedo y desolación.

Cuando avanzaban por aquella ruta costera, los aviones alemanes e italianos, aliados de los sublevados, surcaron los aires sembrando el pánico. Desde el mar se les unieron los cañones de la marina franquista, y convirtieron la carretera en un infierno de fuego y sangre. Con el paso de los años, esa huida se ha transformado en un oscuro recordatorio de los horrores de la guerra, un grito que clama desde el pasado para que se haga memoria y justicia. Aquella carretera, testigo mudo de una tragedia indescriptible, habla a través de la historia, y nos recuerda que la memoria colectiva preserva las marcas que algunos tratan de borrar.

Esta trágica historia es el punto de partida del libro El eco de la huida, cuyos protagonistas, separados en aquel trayecto infernal, luchan por reencontrarse mientras el destino parece empeñado en mantenerlos apartados. Pero hay recuerdos que subyacen en lo más profundo de nuestra memoria, que se niegan a ser aniquilados por las tragedias que puedan devastar nuestras vidas. La portada de un libro, el olor de sus páginas o la voz que nos cuenta una historia pueden quedar aferradas en nuestra mente. En este refugio de letras se entrelazan historias de ayer y hoy que sirven para tejer puentes antaño rotos por el horror.

Una pluma contra la desmemoria

Para la escritora navarra Amaia Oloriz Rivas, tanto la escritura como la lectura representan pilares esenciales en su vida: “Escribir es tejer palabras, construir sueños, liberar pensamientos; es tener esperanza, reivindicar derechos, transmitir sentimientos; dar luz a la verdad y voz al silencio”, expresa. Sin embargo, cualquier escritora requiere la complicidad de los lectores, y para ella, leer sirve, precisamente, para “aprender a dialogar, a cultivar nuestra capacidad de reflexión, a cuestionar nuestros propios pensamientos”.

Su primera novela, Búscame, publicada en 2015, surgió casi sin proponérselo, de manera autodidacta; pero lo que empezó como un proyecto pensado para los lectores más cercanos, terminó siendo un éxito y el inicio de un notable trayecto literario. Hasta la fecha, ha escrito siete novelas, todas ellas con la memoria histórica como eje central, que han conmovido a numerosos lectores. El eco de la huida es la tercera obra que publica con Txalaparta: en 2018 vio la luz El largo sueño de tu nombre, ambientada en el contexto de la fuga del fuerte de San Cristóbal, y en 2022, El llanto de las amapolas, que nos traslada al verano de 1936, a un pueblo sin especificar de la Ribera navarra, duramente azotado tras el golpe militar. Con su obra, Amaia Oloriz Rivas sigue iluminando rincones olvidados de la historia y dando voz a aquellos que fueron silenciados.