El no-zulo de Senpere: extracto del libro 'El desarme', de Iñaki Egaña
De los tres zulos en suelo vasco, el que más expectación causó fue el de Senpere, junto al lago en el que desde 1984 se celebra el Herri Urrats, la fiesta de las ikastolas de Ipar Euskal Herria agrupadas en Seaska. Cuando apareció la fotografía del lugar, fue reconocido de inmediato por muchos participantes en la fiesta anual. El desconocimiento de su gestación llevó a algún medio a afirmar el peligro de un zulo en un lugar tan frecuentado. La realidad, sin embargo, era más sencilla. Su ubicación había sido señalada apresuradamente, con inventario provisional, aunque fiable. El traslado del material y su colocación en el lugar se había realizado apenas unas horas antes, lo que llevó a colegir que se trataba de material que se encontraba guardado en casas.
El depósito fugaz de Senpere fue el más complicado técnicamente, al tener que trasladarse material posiblemente desde diferentes puntos. La solución llegó con este octavo lugar. Pero mover armas en una zona tan transitada era una complicación anexa. Así que los artesanos y ETA convinieron en que se hiciera esa misma madrugada del 7 al 8 de abril, cuando los movimientos de vehículos fueran asociados con el transporte de los voluntarios que se acercaban a los zulos para certificar su ubicación, a fin de no levantar sospechas. Decenas de coches circulaban esas primeras horas de la mañana con artesanos y no se veía ni a un solo policía en las carreteras. La jornada había comenzado dentro de lo previsto, en la mejor de sus versiones. Los voluntarios que llegaron al espacio junto al lago se encontraron con todo dispuesto.
Por eso y aunque se ha tratado informativamente como si fuera un zulo, en realidad, no hubo tierra desplazada, ni movida. No hubo agujero.
Las armas y explosivos fueron expuestos sobre la tierra, con el único resguardo de unas bolsas negras que recubrieron las cajas. Senpere fue una de las dos excepciones a un proceso de sellado que había comenzado en enero de 2014. La otra excepción fue el zulo de Araujuzon. Por razones técnicas, ETA no había acudido hacía tiempo a ese depósito, ni había hecho su inventario y precinto. Lo pasó directamente a la fase de desarme después de Luhuso, y para ello entregó el inventario que tenía previamente en sus archivos.
Como dato anecdótico, cuando el fiscal de Baiona Vuelta-Simon, siguiendo el protocolo, envió los informes entregados por la CIV a la Fiscalía de la República en París, tomó su coche y se dirigió, probablemente por curiosidad, hasta el lago de Senpere, donde siguió las tareas de vaciado del depósito que protagonizó la Policía. En este lugar, según hizo llegar ETA a los artesanos esas mismas horas, fueron depositados diversos componentes químicos para la confección de explosivos, detonadores… y 15 kilogramos de pentrita, 36 revólveres, seis pistolas, seis fusiles, tres granadas y más de 1.500 balas de diverso calibre.
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