La línea visible: Txabi y José Antonio Etxebarrieta, de su puño y letra
La serie de televisión ‘La línea invisible’ recrea, desde la ficción, los primeros años de la organización ETA. Los hermanos Txabi y Jose Antonio Etxebarrieta, protagonistas de la serie y de esos inicios, se convirtieron enseguida, por sus cualidades políticas y sociales, en referentes para las primeras generaciones de militantes de ETA. Por eso, y porque la "línea visible" que nos dejaron ambos es nítida y clara, conviene volver la vista atrás y profundizar en su vida y en sus textos; buscar las raíces y entender las razones de un conflicto político aún irresuelto que llevó a ambos hermanos a involucrarse, hasta las últimas consecuencias, en una militancia política. Conozcamos, más allá de lecturas morales e interesadas, de su puño y letra, a través de las tres obras que ha publicado Txalaparta estos años, a dos de los pensadores y activistas vascos más influyentes del pasado siglo.
Txabi Etxebarrieta nació en Bilbo el 14 de octubre de 1944, en el seno de una familia procedente de Ispaster y Lekeitio, por parte paterna, y de la calle de Aiala en Araba, por parte materna. Era el tercero de cuatro hermanos y en su infancia atravesó una terrible bronquitis cuyas secuelas, con ataques periódicos de asma y fiebre, sufrió y condicionó toda su vida. En 1962 ingresó en la Facultad de Ciencias Económicas, licenciándose cinco años más tarde y especializándose en Informática. En 1967, Txabi presidió la V Asamblea de ETA, por elección casi unánime de sus miembros. Al término de su segunda parte fue elegido miembro del Comité Central y del Comité Ejecutivo de la organización armada. Había sido en esta Asamblea donde se dieron los primeros pasos para la elaboración de una Teoría Revolucionaria de ETA, en la que, entre otras aportaciones, Txabi Etxebarrieta acuñó el término Pueblo Trabajador Vasco (PTV).
El 7 de junio de 1968, Txabi murió por dos disparos de un guardia civil que le tenía retenido en un control en el barrio tolosarra de Olarrain. Horas antes, Txabi Etxebarrieta e Iñaki Sarasketa se habían saltado un control a la altura de Aduna matando al agente Pardines. Txabi tenía 23 años. Fue el primer militante de ETA que mató y que murió. Su hermano José Antonio escribiría sobre él:
Haber conocido a Txabi, aun para quienes solo lo han hecho episódicamente, ha sido una suerte; haberle tratado íntimamente es un privilegio que a quienes lo hemos disfrutado jamás podrán quitarnos los años. Será muy difícil para muchos de nosotros tener el valor, todavía por largo tiempo, de ponernos a pensar en él, porque su ausencia es un vacío que, sin vergüenza, solo podemos llorar. Ciertamente –a pesar de sus aparentes pocos años– Txabi era un líder y, lo que es más, era un líder simpático. No por cálculo o por querer hacerse agradable. Txabi era simpático porque era profunda, intensamente humano.
José Antonio Etxebarrieta había nacido el 3 de abril de 1940. Era, por tanto, cuatro años mayor que Txabi. José Antonio fue detenido por primera vez a los 18 años, después de una regada de octavillas en Begoña. Acusado de pertenecer a EGI, ingresó en la cárcel de Larrinaga, donde estuvo interno dos meses. Puesto en libertad se trasladó a París donde tuvo duros y agrios enfrentamientos con la dirección del PNV. A partir de ahí tomó contacto con ETA. En el verano de 1963 cayó gravemente enfermo. Los médicos le diagnosticaron una mielitis de columna, una rara enfermedad provocada por la inflamación de la médula espinal. Durante tres años estuvo completamente paralizado, pasando grandes temporadas ingresado en un sanatorio, donde recibía frecuentes visitas de su hermano Txabi. José Antonio sobrellevaba su enfermedad leyendo a los clásicos marxistas, en especial a Lenin. En 1966 comenzó a andar con dificultad, ayudándose de muletas. En esa época preparó para la V Asamblea la ponencia denominada Informe Txatarra, que se convirtió en la base argumental para expulsar de ETA al sector que luego se transformaría en el MCE.
Los vientos favorables
Jose Mª Lorenzo Espinosa José Antonio Etxebarrieta Ortiz Mikel Zabala Montoya
Argitaletxea Txalaparta
Fue militante de ETA, encargándose de la redacción de la publicación externa Zutik. Con motivo del proceso de Burgos llevó la defensa de Xabier Izko, acusado de ser el autor material de la muerte de Melitón Manzanas. Sus compañeros, abogados como él, le llamaron Gacela, porque con pocas horas de antelación fue capaz de hacer una defensa brillantísima de Izko. En 48 horas redactó los 80 folios de alegaciones contra la acusación que pesaba sobre Izko. Posteriormente colaboraría con Gisèlle Halimi en la elaboración del famoso libro sobre el proceso. En marzo de 1973, tuvo un repentino agravamiento de su enfermedad. A pesar de ello participó en la defensa de militantes vascos ante un Consejo de Guerra. El 3 de abril de 1973, el mismo día que cumplía treinta y tres años, falleció.
Textos extraídos del Nuevo diccionario histórico-político de Euskal Herria, de Iñaki Egaña.
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