Telesforo Monzon: una voz que no pierde actualidad | Urko Aiartza
Txalaparta y la fundación Olaso Dorrea se unen en la reedición de este libro, que vio la luz a un año de la muerte de Telesforo Monzon y que recoge una antología de artículos, entrevistas, canciones y poemas de la etapa final de uno de los líderes y referentes vascos más genuinos y queridos del siglo XX. Como señala en las siguientes líneas Urko Aiartza, director de la fundación Olaso Dorrea, el político, escritor, poeta y músico bergararra refleja, seguramente mejor que nadie, el hilo invisible y continuo que une el abertzalismo de principios y de finales del siglo XX.
Esta antología de escritos de Telesforo Monzon, publicada bajo el título Herri baten oihua y rescatada ahora como La voz del pueblo, la publicó Herri Batasuna a un año de la muerte de Monzon. Un año antes, la Guardia Civil secuestraba el cuerpo del bergararra de 77 años en la muga y lo trasladaba directamente a su pueblo natal. Tenían miedo del homenaje que el pueblo le iba a rendir en el camino. Estos dos sucesos muestran claramente el valor, político y simbólico, de Monzon y la huella que dejó en el pueblo.
Porque las palabras de Telesforo Monzon eran, y siguen siendo, peligrosas. Porque el bergararra refleja, seguramente mejor que nadie, el hilo invisible y continuo que une el abertzalismo de principios y de finales del siglo XX. Porque Monzon fue capaz, a través de sus opiniones y de su acción, de unir el jelkidismo de principios de siglo y el etismo -como él lo llamaba- de los 50-60. Él no veía contradicción entre la lucha de la década de 1930 por el Estatuto, la defensa de Euskal Herria tras el alzamiento de 1936 o la lucha de las generaciones más jóvenes de la década de 1950.
Desde que abrazara el abertzalismo en su juventud, su único objetivo fue la LIBERTAD de Euskal Herria. Tenía claro, además, que cualquier medio era legítimo para conseguirlo. De esta forma, Telesforo Monzon consideraba que las y los miembros de ETA, al igual que los gudaris del 36, eran hijos del pueblo. En el artículo “¡Qué horror!”, en el que critica la manifestación por la paz y contra el terrorismo convocada por el PNV, deja clara su postura: “Si conservarais en la memoria la horrible imagen de aquellos fascistas llamando asesinos y alimañas a los gudaris de ayer os había de ser más dificil desfilar junto a ellos, llamando terroristas a los gudaris de hoy. (...) Conocí en la intimidad a Cándido Saseta, a Mikel Alberdi, el primer gudari muerto, y a otros muchos más. He sido también amigo de Eustakio Mendizabal, de Mondragon, de Txapela, de Poeta, de Motriko, de Korta y muchos más. No es de extrañar pues que cuando oigo llamar a estos terroristas tiemble de la misma rabia que cuando oía llamar a aquellos alimañas”.
Monzon tenía claro que nuestro pueblo se encontraba (se encuentra) en un imparable proceso de liberación. En este camino, creía imprescindible la unidad de todos los abertzales. Nos lo demuestra la historia de la liberación de los pueblos. E hizo todo lo posible para que así fuera: para conseguir un Frente Abertzale, para llegar a acuerdos en Txiberta… Dentro de Herri Batasuna también, siempre promovió la unidad entre diferentes. Para él nunca íbamos a ser libres sin ser fuertes y no íbamos a ser fuertes sin estar unidos. Junto a ello, consideró esencial la unión con gallegos y catalanes.
Además de este, hay otros dos temas que se repiten incesantemente en sus obras: la centralidad que le otorga al Reino de Navarra en el zazpiak bat, y la centralidad del euskera y de la cultura vasca en nuestra lucha de liberación. Ya en los años 30 tuvo la intención de cruzar de norte a sur Navarra entera, junto a Manuel Irujo. La misma década en la que aprenderá euskera. Desde entonces lo empleará en mítines, charlas y en su fértil producción literaria -poesía, teatro, canciones…-.
Como nos recuerda Santi Brouard en el prólogo de este libro, Telesforo Monzon “siempre le dio a este pueblo una gran parte de su salud y de su vida, sabiendo que todo lo que daba sería irrecuperable. Él (y su esposa Josefa Ganuza) tenía claro que todo ese ímpetu y esfuerzo lo acercaba, más si cabe, inexorablemente a la muerte”.
Hoy en día, cuando en la denominada batalla del relato se nos pretende imponer una visión concreta sobre lo sucedido durante los últimos años, las palabras y escritos de Monzon adquieren un valor especial. Las generaciones más jóvenes encontrarán en ellos las claves para entender nuestra historia reciente. Aunque los textos aquí recogidos no son, ni mucho menos, lejanos, sino ideas en las que deberíamos reafirmarnos todas y todos las abertzales.
Urko Aiartza, director de Olaso Dorrea Fundazioa.
El autor
Telesforo Monzon y Ortiz de Urruela (Olaso Dorrea, Bergara, 1904 - Baiona, 1981). Es un personaje esencial para comprender la evolución del nacionalismo vasco y la historia de Euskal Herria en el siglo XX. Escritor, político y líder nato, se integró en los movimientos nacionalistas desde muy joven, siendo concejal del PNV en Bergara en 1930, diputado en las Cortes españolas y consejero del lehendakari Agirre durante el primer Gobierno vasco. En el exilio, se unió al nuevo nacionalismo surgido al fervor de la postguerra. Creó junto a otros la sociedad Anai Artea de acogida de refugiados vascos. Ya en Hego Euskal Herria, será miembro de la mesa nacional de Herri Batasuna y se presentará de nuevo como diputado a Cortes. Su popularidad se acentuará durante la llamada Transición, cuando sus creaciones musicales, "Itziarren semea", "Batasuna", "Lepoan hartu" o "Bai euskarari" se convierten rápidamente en banda sonora de toda una generación. Fue miembro activo de Euskaltzaleak y, como literato euskaldun, deja un legado interesantísimo a nuestra cultura. A sus innumerables colaboraciones en prensa, se une la multitud de obras escritas por él: libros de poemas: Urrundik (1945), Gudarien eginak (1947); obras de teatro: Odol Bidea, Zurgin Zaharra, Menditarrak (1958), Gure behia hil da, Azparneko Anderea, Eneko Bizkai eta Maria Lorka (1966), Lau kantari eta xori bat, Hazparneko bozkarioa, Ur garbia, Behorraren ostikada.
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