Una apuesta decolonial para un futuro en libertad | Floren Aoiz
Siguiendo la estela de Frantz Fanon, Angela Davis o Silvia Federici y de los mejores genealogistas, Elsa Dorlin desentraña en La matriz de la raza cómo operan las articulaciones entre género, sexualidad y raza, y su papel central en la formación de las naciones europeas. Con la publicación de este libro, Txalaparta quiere seguir dando voz a las nuevas voces del pensamiento post- y decolonial. Porque, como señala Floren Aoiz en este artículo, "la perspectiva decolonial es una herramienta perfecta para analizar las diferentes opresiones y de qué manera se entrecruzan y nos afectan".
La visión y perspectiva decolonial es valiosa porque nos ayuda a superar el falso y extendido mito de que vivimos en un mundo descolonizado y postcolonial. Y porque nos señala, a su vez, los patrones de dominio que siguen existiendo a día de hoy. Así, estas aportaciones teóricas -en forma de libro- pueden ayudarnos a entender en profundidad el mundo y la época en la que vivimos y, de manera especial, hacer que nos cuestionemos nuestro eurocentrismo y el racismo que lleva consigo.
Del mismo modo, esta perspectiva abre también un horizonte nuevo a los pueblos sin estado como el nuestro, permitiéndonos comprender mejor las relaciones de subordinación que padecemos, y permitiéndonos poner al descubierto los mecanismos de dependencia y sometimiento que, normalmente, aparecen camuflados bajo la imagen del consentimiento. Debemos recordar que los territorios vascos quedaron subordinados a las instituciones españolas y francesas en el proceso de expansión de ambos estados y su evolución hacia formas imperiales de dominio, uno de los principales escenarios de despliegue de la modernidad colonial. La colonialidad nos afecta, por tanto, doblemente, por nuestra complicada relación histórica con los sujetos colonizadores. Euskal Herria ha sido forzada a una subordinación que emparenta con esa colonialidad pero a la vez nos hemos beneficiado de las relaciones coloniales de poder. Esto nos obliga a una reflexión rigurosa y valiente, que nos invite a mirarnos como pueblo subalternizado y a la vez implicado en dinámicas de rapiña y subalternización de otros pueblos.
Al fin y al cabo, la perspectiva decolonial es una herramienta perfecta para analizar las diferentes opresiones y de qué manera se entrecruzan y nos afectan, ayudándonos, además, a superar la tendencia a establecer jerarquías entre ellas. Para liberarnos de ese lastre resulta imprescindible articular el feminismo, la decolonialidad y otros vectores de emancipación.
Floren Aoiz, director de Iratzar Fundazioa
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