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Éramos inmortales
Maurizio Zanolla, conocido como Manolo, es el escalador de solo integral más célebre de Italia. Pionero de la escalada libre, en este libro nos desvela sus vivencias entre los años 70 y 80, una muestra de las experiencias más significativas, más intensas y más conmovedoras de una vida en busca del equilibrio. Cuando la vida pendía de sus manos y realmente parecían inmortales.
En estas páginas relata en primera persona cómo eligió enfrentarse a las paredes liberándose de todo, hasta llegar a escalar sin cuerda, movido por la convicción de que la calidad del viaje es más importante que la meta, y de que cada objetivo ha de llevar implícito una forma de compromiso.
La familia, los afectos, las experiencias de juventud, los amigos de las primeras escaladas, las vías, a menudo abiertas en libre y en solitario, el intento de conquistar los ocho mil metros del Manaslu, hasta obras maestras de la escalada como Eternit o Il mattino dei maghi, Maurizio Zanolla recorre los primeros años entre la década de los setenta y los ochenta, de uno de los más grandes escaladores italianos e internacionales.
La historia de rutas imposibles y compromisos enormes, de salir por los pelos de tormentas y caerse en mitad del vacío. Sobrevivir parecía una empresa complicada. Vagabundear, viajar, la vida en cada sorbo de aire. Pero nadie hubiera podido robarles los grandiosos momentos que pasaron allá arriba, mientras corrían ligeros entre la tierra y el cielo.
«Yo no iba a la montaña para morir. Iba para vivir, inmerso en la belleza de la naturaleza, lejos de la contaminación social, de las sofocantes certidumbres y de las falsas seguridades. Era allí donde quería estar en aquel momento de mi vida, para perseguir los sueños y la inutilidad, cada vez más ligero. Había elegido una existencia aventurera y asumía la responsabilidad, sin valoraciones, fines, atajos o imposiciones, y sin reproche alguno. Sintiéndome, más bien, cada vez más vivo. No escalaba para entrar en la historia del alpinismo, sino solo para explorar mundos desconocidos dentro y fuera de mí, para ver de qué era capaz. Era libre como el viento, y tal vez no he vuelto a vivir jamás el presente de un modo tan intenso».
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