Aquellos demenciales años acelerados • Javi Sayes (Javi D!), impulsor del fanzine Destruye!!! |
Estracto del libro Movimiento de resistencia: Años 80 en Euskal Herria
Conocí el punk a mediados de los setenta por medio de algunas revistas y periódicos musicales que publicaban noticias escandalosas sobre una pandilla de jóvenes de pelos en punta que estaban liándola parda en la lejana Inglaterra. Pantalones vaqueros con parches, camisetas pintadas con spray, prendas de cuero, pelos muy cortos y perioxidados. A partir de entonces pudimos leer historias sobre escándalos y prohibiciones de conciertos donde citaban a grupos como Sex Pistols, Clash, Damned, Sham 69 y demás.
Un poco antes de la primavera de 1977, mis dos hermanas mayores estuvieron en Londres y me trajeron algunas chapas y un brazalete con la A circulada que empecé a lucir con orgullo. No quiero entrar en ideologías ahora, solo creía que los punks eran de izquierdas y anarquistas. Pasaron los meses y en cierta forma quise participar y meterme más de lleno en la movida. Para el 78 ya tenía mi proyecto de grupo: Kaos. De todas formas, como a la mayoría de bandas primerizas, nos costó un huevo arrancar.
Por entonces, en la época en que los guerrilleros de Cristo Rey campaban impunemente por nuestras calles, en más de una ocasión incontrolados paraban autobuses sacando a golpes al personal. Tuve unas cuantas libradas de las que escapé por los pelos y, por supuesto, en cuanto se formaron unos piquetes antiguerrilleros, me apunté para intentar defender el barrio de esos hijos de puta. No eran hechos aislados. Durante los años de la transacción "democrática" la situación era jodida: huelgas estudiantiles, conflictos obreros, paro, agitación, represión y desilusión. En esa época callarse era imposible. Por eso me impliqué todo lo que pude en todo tipo de protestas y luchas, sobre todo en las movidas contra la central de Lemoiz. Numerosas reivindicaciones y emociones fuertes. Pelotazos, botes de humo, carreras...
Y ya puestos, habíamos escuchado unos cuantos discos de las primeras bandas británicas, desde entonces el enganche fue total. Nunca antes la bronca había sido tan potente. Llegados a este punto, me metí de lleno en lo que podríamos llamar activismo punk. Para el 79-80, la movida en Euskal Herria ya estaba en marcha. En los inicios, casi nadie sabía tocar, solo unos pocos manejaban bien sus instrumentos, amén de que era imposible hacerse con un mínimo equipo de sonido para ensayar. Es más, si pillabas una guitarra podían pasar meses hasta que consiguieras un ampli donde enchufarla, ¡por no hablar de encontrar un local! De ahí que la mayoría de las bandas punkies locales no debutaran hasta 1980. Salvo contadas excepciones -como el Huerto u otros que Jakue destaca en el libro-, tampoco había sitios enrollados donde tocar. Al tiempo, la puta mili paralizó a unas cuantas bandas.
Lo más interesante de esta movida fue que estaba formada por gente de lo más variopinta. Las cosas se hacían espontáneamente y la escena prosperó gracias al entusiasmo de algunos. Por otra parte, la imagen era un verdadero problema. No es de extrañar que alguna gente se interesara por la música y ciertas actitudes pero no por la estética. Entre otras cosas, porque a nadie le gustaba ser molestado continuamente por la madera. En Donostia, un día sí y otro también te paraban los zetas o la secreta.
Poco a poco, creamos algo propio, rebelde. Frente al desencanto, se notaba un gran entusiasmo cada vez que se acercaba algún concierto el fin de semana. Algunos de los primeros conciertos fueron callejeros e improvisados, no nos comíamos el tarro con permisos ni rollos raros, las bandas cantaban sin delicadeza sobre sus preocupaciones y las letras de las canciones demostraban a cierta gente que no necesitábamos que nos controlaran ni que ningún partido político metiera el morro más de la cuenta.
El resto es ya historia: primeros fanzines como voces de expresión del punk, aparición de nuevas bandas, relaciones y contactos posteriores con otra gente de Euskal Herria. Autenticidad. Amistad. También la irrupción del hardcore, las primeras radios libres y ocupaciones, así como las visitas de bandas e intercambios que propiciaron la consolidación de nuestra escena. Cooperación y afinidad. A pesar de todas las dificultades, unidos en propósitos y en un montón de experiencias que nos hicieron crecer como personas, entre otras cosas porque el movimiento punk nunca fue un círculo cerrado. En síntesis, si el punk no hubiese existido, nuestras vidas hubieran sido mucho más grises y aburridas. Punto y seguido.
Viendo mis numerosas intervenciones a lo largo de este libro, debo decir que no sé muy bien por dónde empezar. En realidad, no hay palabras para reseñar todas esas vivencias. Probablemente, este libro (y los siguientes) te aclarará un montón de dudas sobre el punk y otras formas de lucha desarrolladas en Euskal Herria. Personalmente, después de leerlo, madura en mí la percepción sobre todo lo que hicimos durante la década de los ochenta. Es un texto que no cuesta leer. Todo lo contrario. A través de sus diferentes capítulos, van pasando infinidad de personajes y anécdotas que añaden un valor historiográfico al gran trabajo de Jakue Pascual.
Movimiento de resistencia I. Años 80 en Euskal Herria
Jakue Pascual Lizarraga
Argitaletxea Txalaparta
Huelgas, conflictos obreros, agitación, guerra sucia, crisis, represión, paro, desilusión, heroína y bombas. La de los ochenta es una década llena de emociones, de cruda realidad y de sueños. Entre pelotazos, controles, botes de humo y porrazos, el no future desesperanzador y la utopía movilizadora, se abre paso en Euskal Herria una nueva generación, un potente y heterogéneo movimiento de resistencia compuesto por jóvenes de distintas adscripciones ideológicas. Abertzales, antimilitaristas, libertarios, ecologistas, feministas… se unirán en torno a una tupida red de medios contrainformativos y gaztetxes; rularán de concierto en concierto y de mani en mani.
Jakue Pascual sigue adelante en su tarea de documentar y analizar el movimiento de resistencia juvenil que se desató en Euskal Herria en los años ochenta. En el primer volumen abordó el contexto, la crisis y el punk. Y en el segundo, a la venta a partir del 11 de febrero, se adentra en las okupaciones, las radios libres y los fanzines.
Primer volumen: Contexto, crisis y punk
El punk, el asamblearismo y la percepción de una comunidad vasca reprimida por el Estado y oprimida por el sistema capitalista en un contexto de crisis económica y política, favorecieron el desarrollo de un movimiento que, mediante elementos como el Rock Radical Vasco, derivó en toda una serie de propuestas y alianzas culturales y políticas.
(*) Completado por una cronología que recoge todos los conciertos, discos y maquetas del punk de los ochenta, además de un actualizado y extenso anexo con la historia de todas las bandas vascas de referencia.
Segundo volumen: Radios libres, fanzines y okupaciones
La segunda parte de Movimiento de resistencia es uno de los análisis más exhaustivos y extensos publicados hasta la fecha en torno al fenómeno comunicativo que supusieron las radios libres y los fanzines en los años ochenta en el país, aportando información inédita y recopilando otra de proyectos que se fueron quedando por el camino. Además, a partir de entrevistas con los protagonistas y partiendo de su propia experiencia militante, Jakue Pascual nos ofrece un recorrido por los gaztetxes, reviviendo una época de la que, como muestra este trabajo, aún queda mucho por contar.
Movimiento de resistencia II. Años 80 en Euskal Herria
Jakue Pascual Lizarraga
Argitaletxea Txalaparta
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El autor
Jakue Pascual es sociólogo y colaborador en varios medios de comunicación y proyectos comunicativos alternativos. Participante en los movimientos ecologista y antimilitarista, en el grupo Zirikatu del Gaztetxe de Bilbao y en la regeneración del tejido alternativo, libertario, de izquierdas y abertzale en las décadas de los ochenta y noventa. Entre sus publicaciones hallamos, entre otras, Telúrica vasca de liberación, El juguete de Mari y Anarkherria, junto a Mark Legasse y que fue reeditado por Txalaparta en 2011.
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