¿Por qué un libro negro sobre el capitalismo?
Es uno de los clásicos de nuestro catálogo. Lo publicamos en 2001, pero es un título que no envejece. Ahora os presentamos la séptima edición, revisada, corregida y con nueva portada. Y a modo de aperitivo, uno de los autores, el gran Gilles Perrault, nos introduce en los porqués de este libro negro del capitalismo.
Bienaventurado capitalismo. Nunca anuncia ni promete nada. Ningún manifiesto ni declaración en veinte puntos que programe la felicidad llave en mano. Aplasta, destripa, humilla, martiriza, sí; pero, ¿decepciona? Usted tiene el derecho de sentirse desdichado, pero no decepcionado, pues la decepción presupone un compromiso traicionado. Los que anuncian un futuro más justo se exponen a ser acusados de mentirosos cuando su intento resulte un rotundo fracaso. Y el capitalismo se conjuga sabiamente en presente. Existe. ¿Y el futuro? Es abandonado voluntariamente a los soñadores, a los ideólogos y a los ecologistas.
Además, sus crímenes son casi perfectos. Ningún rastro escrito que demuestre premeditación. Es fácil para los enemigos de las revoluciones señalar los responsables del Terror de 1793: los Ilustrados y la irracional voluntad de ordenar la sociedad según la razón racionalista. Las bibliotecas se hunden bajo el peso de los libros que incriminan al comunismo. Nada parecido ocurre con el capitalismo. No se le puede reprochar que provoque infelicidad al pretender aportar la felicidad. Únicamente acepta ser juzgado sobre aquello que ha sido desde siempre su motivación: la búsqueda del máximo beneficio en el mínimo tiempo. Los demás se interesan por el hombre, él se ocupa de la mercancía. ¿Alguien ha visto alguna vez mercancías felices o desdichadas? Los únicos balances válidos son los contables. No es pertinente hablar de sus crímenes. Hablemos mejor de catástrofes naturales. Se lo repiten machaconamente: el capitalismo es el estado natural de la humanidad. Pero la humanidad se encuentra en el capitalismo como un pez fuera del agua. Es necesaria la arrogancia fútil de los ideólogos para querer cambiar el orden establecido, con las descorazonadoras consecuencias cíclicas ya conocidas: revolución, represión, decepción, arrepentimiento. Ese es el verdadero pecado original del hombre: esa perpetua inquietud que le empuja a sacudirse el yugo, la ilusión lírica de un futuro libre de explotación, la pretensión de cambiar el orden natural. No se mueva, el capitalismo lo hace por usted. Claro, la naturaleza conoce sus catástrofes, y el capitalismo también. ¿Buscaría usted los responsables de un terremoto, de un maremoto? El crimen implica la existencia de criminales. En el caso del comunismo, las fichas antropométricas son fáciles de establecer: dos barbudos, uno con perilla, este con anteojos, un bigotudo, aquel que atraviesa a nado el Yang-Tseu-Kiang, un fumador de puros, etc. Esos rostros se pueden odiar, son de carne y hueso. Tratándose del capitalismo, sólo existen índices: Dow Jones, Nikkei, etc. Pruebe, por ver, a odiar un índice. El Imperio del Mal tiene siempre un marco geográfico, tiene sus capitales. Se puede localizar. El capitalismo está en todos lados y en ninguna parte. ¿A quién dirigir las citaciones para comparecer ante un eventual tribunal de Nuremberg?
¿Capitalismo? ¡Término arcaico! Póngase al día y utilice la palabra adecuada: liberalismo. El Littré definió liberal como lo que es digno de un hombre libre. ¿Verdad que suena bien? Y el Petit Robert nos da una convincente lista de antónimos: avaro, autócrata, dictatorial, dirigista, fascista, totalitario. Usted podrá tal vez encontrar justificaciones para definirse como anticapitalista, pero reconozca que necesitaría mucho valor para proclamarse antiliberal.
¿Por qué entonces un libro negro del capitalismo? ¿No es una locura afrontar una empresa de tal magnitud? Es el mayor genocida de la historia, de acuerdo, pero un asesino sin rostro ni código genético y que opera impunemente en los cinco continentes desde hace siglos... Le deseo suerte en el empeño. ¿Servirá para algo? ¿No ha escuchado la campana que anuncia simultáneamente el fin del combate y el fin de la historia? El capitalismo ha ganado. Acapara en su actual y sólida versión mafiosa los despojos de sus enemigos. ¿Se le vislumbra algún adversario creíble?
¿Qué enemigo? El inmenso pueblo que es parte civil en el proceso. Los muertos y los vivos. La innumerable muchedumbre de los que fueron deportados de África hacia América, descuartizados en las trincheras de cualquier guerra sin sentido, los quemados vivos por el napalm, los torturados hasta la muerte en las mazmorras de los perros guardianes del capitalismo, los fusilados en el Mur des Féderés, en Fourmies, en Sétif, masacrados por cientos de miles en Indonesia, los prácticamente exterminados indios de América, los asesinados en masa en China para asegurar el libre comercio del opio... Las manos de los vivos han recibido de todos ellos la antorcha de la rebelión del hombre a quien se niega su dignidad. Manos en poco tiempo inertes de esos niños del Tercer Mundo a los que la desnutrición mata diariamente por decenas de miles, manos descarnadas de los pueblos condenados a reembolsar los intereses de una deuda cuyo monto ha sido robado por sus dirigentes-títeres, manos temblorosas de los cada día más numerosos marginados de los centros de opulencia ...
Manos trágicamente débiles, y por ahora desunidas. Pero un día se unirán inexorablemente. Y ese día, la antorcha que portan incendiará el mundo.
Giles Perrault, coautor del libro
El libro negro del capitalismo
Gilles Perrault Jean Ziegler Zenbait Egile - VVAA Iñaki Egaña Sevilla
Argitaletxea Txalaparta
Autores: Gilles Perrault (escritor), Jean Ziegler (diputado y escritor), Maurice Cury (novelista, ensayista, guionista de cine y televisión y autor teatral), Jean Suret-Canale (antiguo combatiente voluntario de la Resistencia), Pierre Durand (presidente del comité de veteranos de Buchenwald-Dora), François Delpla (historiador), Jean Pierre Fléchard (historiador), Iñaki Egaña (escritor e investigador histórico), Maurice Buttin (presidente de la asociación Francia-Palestina), François Derivery (pintor), Jacques Jurquet (escritor anticolonialista), Francis Arzalier (director de la revista Aujourd’hui l’Afrique), Paco Peña (periodista), Robert Pac (periodista), Jean Laïlle (periodista), Caroline Andreani (historiadora), Yves Grenet (economista), Philippe Paraire (escritor), Yves Frémion (escritor y periodista) y Monique y Roland Weyl (abogados).
La gestación de este libro tuvo su origen en el Estado francés, cuando un grupo de intelectuales comprometidos editó, a finales de los 90, Le livre noir du capitalisme. Desde la caída del Muro de Berlín en 1989, los panegíricos sobre el capitalismo se extendieron como moscas, provocando una avalancha de alabanzas al régimen más criminal de cuantos ha conocido la historia, atenazando los canales de expresión y haciendo una apología de la explotación que a más de uno indignó, cuando no llenó de ira. Con este punto de partida, Le livre noir du capitalisme se convirtió pronto en uno de los clásicos de la izquierda europea y en una de las bases más sólidas con la que los grupos antiglobalización contaron en la defensa de sus argumentos. El éxito del trabajo original y la demanda de referencias hizo que Txalaparta lo publicara en castellano.
Harpidetu gure newsletter-ean
Nobedadeak, deskontuak, albisteak… jasotzeko
Contenidos relacionados
Todo lo que siempre quisiste saber sobre Žižek y nunca te atreviste a preguntarle a Txalaparta
2018.03.21
Álvaro García Linera: aires andinos para los pueblos pirenaicos · Floren Aoiz
2018.04.10
La delicada tarea de renovar la portada de dos clásicos | Esteban Montorio
2019.04.10
Iruzkinak 0 iruzkin